miércoles, 29 de septiembre de 2010

How To Wreck A Nice Beach. Dave Tompkins

How To Wreck a Nice Beach, vocoder
La historia del legado del vocoder en la cultura
popular del siglo XX.
Aunque muchos puedan pensar lo contrario, todavía quedan muchos temas por explorar en profundidad en la extensa bibliografía existente sobre la historia de la música electrónica. Uno de esos temas pudiera ser la historia de la música electrónica en el cine. Otro, sería sin duda, el desarrollo de la música electrónica en el bloque comunista durante la Guerra Fría, y por último (a sabiendas de que me dejo más temas en el tintero), pudiera estar el de la historia del vocoder, sobre el que gira How To Wreck A Nice Beach (The Vocoder From World War II To Hip Hop - The Machine Speaks, Stop Smiling Books, 2010), obra escrita por el periodista musical estadounidense Dave Tompkins

Primero de todo, cabe aclarar que el  extraño significado del título "Cómo destruir una bonita playa", se origina a partir de una interpretación errónea de la frase renderizada de vocoder "how to recognize speech” (cómo reconocer el habla). Por su parte, el subtítulo es lo suficientemente aclaratorio de las intenciones del autor. Aquí no nos vamos a encontrar con un listado de los diferentes modelos comerciales de vocoder que se han fabricado desde su invención hasta nuestros días, ni la relación de sus características técnicas, ni los testimonios de primera mano de los ingenieros que los diseñaron.

En How To Wreck A Nice Beach asistimos a la dualidad que ha representado la historia del vocoder. Por un lado su utilización por la inteligencia militar como una máquina de encriptación de comunicaciones de alto secreto desde la Segunda Guerra Mundial en adelante, y por otro su adopción por el mundo de la cultura popular y el entretenimiento desde los años 70 hasta nuestros días.

Sigsaly, Vocoder
Terminal de París del sistema de encriptación SIGSALY en 1944.
La invención del vocoder por parte de Homer Dudley en los Bell Labs en 1928 es sólo el punto de partida de esta fascinante historia de comunicaciones secretas y música que ocupa todo el siglo XX y que nos lleva como en una montaña rusa desde la World Fair de Nueva York de 1939, en la que un joven Ray Bradbury queda impactado por las demostraciones del vocoder, hasta sus usos militares, por medio de la red de terminales del sistema SIGSALY, a través del que Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt mantenían conversaciones codificadas secretas durante la Segunda Guerra Mundial. Los nazis también utilizaron diversos modelos, e incluso se cree que pudieron ser desarrollados con anterioridad a la versión estadounidense. Durante la era de la Guerra Fría, Stalin y Eisenhower, y más tarde JFK y Henry Kissinger fueron algunos de sus ilustres usuarios. Otros se tomaron muy en serio el tema de la seguridad, tal es el caso de Richard Nixon, que llevaba un vocoder en su coche presidencial o el de Ronald Reagan que disponía de uno en el Air Force One.  

Como era de esperar, la historia del uso musical del vocoder, no es menos curiosa. Kraftwerk y su Autobahn, Laurie Anderson con O Superman o Wendy Carlos con su Novena Sinfonía de Beethoven vocoderizada para la película A Clockwork Orange (La naranja mecánica, 1971), son algunos de los referentes musicales destacados. Tampoco podían faltar la E.L.O, Herbie Hancock, Neil Young y su polémico álbum Trans (Geffen Records, 1982), Afrika Bambaataa y su célebre Planet Rock, Sun Ra y varios artistas de electrofunk y hip-hop (Jonzun Crew, Rammellzee o Grandmaster Flash), sin olvidar por supuesto a ingenieros e inventores como Harald Bode, el recientemente fallecido Fritz Sennheiser o Werner Meyer-Eppler. Dentro de este maremágnum de conocimiento nos enteraremos también de que los cylons de la serie de televisión Battlestar Galactica (la original), "hablaban" gracias a un EMS Vocoder 2000.
 
Si alguien había pensado que el eclecticismo terminaba ahí, se equivoca, dado que hay incluso un capítulo dedicado a las laringes artificiales (no, no bromeo), que tendría en el músico Roger Troutman al mayor exponente de su uso gracias a la versión musical de la misma denominada talk box, y que contó con otro ferviente seguidor en la figura del guitarrista Peter Frampton.

Ante semejante descripción del contenido más de uno habrá quedado estupefacto y abrumado. Digo abrumado, porque esa es la sensación que he experimentado durante varios momentos de su lectura. La cantidad de información que maneja Tompkins sobre temas tan variados es monumental y las conexiones que establece entre el uso militar y el popular, son en ocasiones sorprendentes. Una anécdota que llama la atención es que cuando el autor comenzó a investigar para este libro, los científicos que habían trabajado en proyectos de alto secreto con el vocoder, desconocían que hubiera músicos que años más tarde hubieran utilizado esa tecnología para producir música, y viceversa, los músicos no conocían el pasado militar del vocoder.

Personalmente, considero que How To Wreck A Nice Beach es una obra excelente, con una encomiable labor de documentación que el autor llevó a cabo durante más de diez años. Una obra de gran erudición, y eso tiene sus pros y sus contras. El hecho de que Tompkins lleve escribiendo sobre hip-hop en diversas publicaciones estadounidenses desde hace años, lastra, a mi entender, varias partes del libro en las que se recrea demasiado en lo que domina, es decir, el electrofunk y el hip-hop, con lo que se excede en el espacio que dedica a algunos artistas de relativo calado popular. Esto puede provocar que a más de uno se le puedan atragantar por momentos las más de 300 páginas del libro y pueda perder la conexión con algunos capítulos o personajes que nos presenta el autor.

Vocoder Sennheiser VSM-201, uno de los modelos a los
que alude Tompkins en su obra.
Otro aspecto que se ha criticado de How To Wreck A Nice Beach es la escasa información técnica que vierte Tompkins en sus páginas. Es cierto que nos menciona varios modelos de vocoders, (EMS Vocoder 2000, Roland SVC 350, Sennheiser VSM-201, Korg VC-10, etc.), y varios prototipos con fines militares, pero dejando aparte los principios técnicos de la invención original salida de los Bell Labs, así como del sistema SIGSALY, del resto no sabemos mucho más aparte de sus nombres y las frases o palabras que se recitaban con él en un determinado tema, cosa que si no conocemos el álbum o al artista, no es de demasiada utilidad. En este sentido, pienso que el autor ha preferido dotar de un carácter ameno a la obra sin caer en excesivos tecnicismos que pudieran alejarla del lector más profano y por ende, mayoritario.

A pesar de sus puntos negativos, el tratamiento tan diverso que le da Tompkins al uso del vocoder en la música popular es ejemplar. How To Wreck A Nice Beach es de esa clase de libros que hace que se amplíe nuestra cultura musical, que nos abra la mente a otras realidades y despierte en el lector la curiosidad por investigar en otros estilos musicales. No deja de ser cierto además, que muchas de las historias que cuenta Tompkins jamás habían sido contadas con anterioridad (sobre todo, el uso militar del vocoder, que era hasta hace poco secreto de estado), lo que le otorga un gran valor a esta obra.

How To Wreck A Nice Beach más allá del retrato histórico-tecnológico de un aparato de uso militar, pretende trazar el legado que éste ha dejado en la cultura popular del siglo XX, a través de sus diferentes usos, fundamentalmente el musical, cosa que consigue con creces.

Por último os incluyo un vídeo (en inglés), de Dave Tompkins mostrando sus discos favoritos de vocoder, para que os hagáis una idea más completa del contenido.


2 comentarios:

  1. YES!!!! The voices of the Cylon Centurions from the original-series version of 'Battlestar Galactica' were INDEED done by using an EMS Vocoder 2000 Mk1 and NOT a Sennheiser Vocoder VSM201 (either Mk1 or Mk2). The voice-actor was/is Mr. Michael Santiago.

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