Un trágico destino
Stärker als Paragraphen, la única película realizada que cuenta con efectos sonoros de partiturophon. |
A pesar del opresivo clima político, Mager tuvo la posibilidad de demostrar la capacidad del partiturophon en 1936 para un film de la UFA llamado Stärker als Paragraphen dirigido por Jürgen von Alten, y con música de Rudolf Perak, en el que los efectos sonoros que correspondían a las visiones alucinatorias de su protagonista eran creados por el instrumento de Mager.
Tras esos últimos y breves destellos, la carrera de Jörg Mager se ralentizó sobremanera, se encontró con múltiples obstáculos y entró en una espiral descendente. El último instrumento de Mager, el kaleidophon fue completado en 1939 y aunque su historia no está documentada se ha descrito de un modo ciertamente ambiguo como “un instrumento electrónico monofónico con caleidoscópicas mezclas sonoras”, siguiendo los preceptos tonales de Arnold Schönberg, y Ferruccio Busoni.
Poco después, cesaron las subvenciones para proyectos artísticos, se consideró a Mager un artista decadente y los nazis le desposeyeron de su estudio-castillo de Darmstadt. Durante los últimos años de su vida, Mager se convirtió en un ser errante con serios problemas económicos que le llevaron a residir en diferentes ciudades de Alemania (Frankfurt, Darmstadt, Berlín…). Su salud era cada vez más precaria debido a una diabetes y también a una creciente desorientación y confusión mental. Dado su estado, su hija Sofie, lo trajo de vuelta a Aschaffenburg, localidad donde residía la familia, en la que falleció el 5 de abril de 1939, a la temprana edad de 59 años.
Jörg Mager demostrando las posibilidades del partiturophon ante la atenta mirada del director de orquesta Arturo Toscani. |
Las empresas de radiofonía de la época estaban más interesadas en la difusión masiva del sonido, es decir, en llegar a todas partes, Mager contrariamente estaba interesado en algo tan “excéntrico” como la generación sonora por medios electrónicos. Su devoción por la microtonalidad, que era la vanguardia musical de entonces, y por tanto poco aceptada, no hizo más que restarle posibilidades entre aquellos compositores acogidos a la escala temperada. Incluso significativos compositores microtonales como Hába, Wischnegradsky o Stein, jamás llevaron a la práctica sus promesas de componer piezas para los instrumentos de Mager.
El hecho de crear instrumentos electrónicos microtonales que no contaban con el beneplácito de los músicos, provocó su nula promoción, al no existir un repertorio escrito ex profeso para ellos. A esto se le unía el hecho de que sus instrumentos estaban siempre en constante evolución, no parecían instrumentos acabados completamente, y sobre todo sus primeros prototipos, contaban con importantes carencias.
De este modo, y a pesar de los esfuerzos de Mager por perfeccionar su invención, su serie de instrumentos eran incluso desconocidos en la propia Alemania. Toda esta situación de incomprensión hacia su trabajo, hizo de Mager una persona cada vez más arisca y huraña, celoso de su trabajo y receloso de las intenciones de terceros hacia su obra, por lo que jamás permitió que sus instrumentos se fabricaran en serie.
Por último, con la subida al poder de Adolf Hitler en 1933, su trabajo se vio condenado y estrangulado por el factor político. Él siempre se declaró una persona de izquierdas y pacifista, y bajo un regimen totalitario su capacidad de maniobra era prácticamente nula. Su temprano fallecimiento no vino sino a corroborar su trágico destino.
Desgraciadamente, hoy en día apenas se conservan rastros de la obra de Jörg Mager. El sonido de todos sus instrumentos se perdió para siempre durante los bombardeos aliados que tuvieron lugar sobre la ciudad alemana de Darmstadt durante la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de sus proto-sintetizadores no pasaron de la fase de prototipos y la dispersa e incompleta documentación sobre los mismos ha impedido su reconstrucción. Tal vez una jugada del destino quiso que Darmstadt se convirtiera durante la postguerra en uno de los centros mundiales de la experimentación musical electrónica.
La imaginación de Mager siempre fue mucho más allá que la de sus contemporáneos. Él soñaba con un hipotético omnitonium, un instrumento que pudiera interpretar cualquier sonido posible en cualquier escala y también imaginó “radiadores de sonidos”, altavoces que tomaran parte directa en la síntesis sonora por sus capacidades para modificar el espectro armónico gracias a los diferentes materiales de los que estuvieran compuestas sus membranas, como madera o papel. Al final el “océano sonoro” que profetizó Jörg Mager en su día, se ha hecho hoy realidad.
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