Portada de la segunda edición del libro Vintage Synthesizers (2002), de Mark Vail. |
En este sentido, los sintetizadores históricos, generalmente analógicos, que van desde mediados de los años 60 hasta principios de los 80 son los que cuentan en la mayoría de los casos con el estatus de legendarios. Ya sea por su historia, por las grabaciones en las que han tomado parte o por los músicos que los han hecho célebres exprimiendo sus capacidades, estos equipos han adquirido el nombre de sintetizadores 'vintage'.
Anticipándose a la relevancia que adquiriría el término en los años venideros, la aparición de la primera edición del libro Vintage Synthesizers (Miller Freeman Books, 1993), en cierto sentido fue profética. Tras más de una década de sonidos digitales que se habían vuelto cada vez más previsibles y anodinos en forma de los mismos 'presets' estandarizados en decenas de grabaciones, los músicos electrónicos soñaban con un retorno a las sonoridades únicas y con carácter, a sentirse de nuevo como escultores sonoros y no como simples programadores. Esa reacción inició todo un movimiento de recuperación de los viejos instrumentos y su particular sonido por vez primera en la historia de la música electrónica.
En el año 2000, cuando ese movimiento 'vintage' ya se encontraba consolidado, se volvió a reeditar Vintage Synthesizers. Al igual que sucede con otros libros similares auspiciados por la revista estadounidense Keyboard, nos encontramos ante una recopilación de algunos de los mejores reportajes y artículos aparecidos en la misma durante las décadas de los 80 y primeros 90. Básicamente se podría considerar que Vintage Synthesizers viene a cubrir el hueco dejado por el fantástico The Art Of Electronic Music (William Morrow & Co., 1984), de Tom Darter y Greg Armbruster, realizado también a partir de artículos de la revista Keyboard, aunque centrado en los músicos y los inventores de los años 70.
El autor de Vintage Synthesizers, que es también el firmante de al menos el ochenta por ciento de los artículos en él contenidos, es el músico y periodista especializado Mark Vail. Entre 1988 y 2001 Vail trabajó para la revista Keyboard encargándose de la sección "Vintage Synths", anteriormente llevada por el mismísimo Bob Moog, y que posteriormente pasó a denominarse "Vintage Gear", en la que realizaba artículos retrospectivos sobre instrumentos electrónicos del pasado.
Vail es también autor del elogiado libro The Hammond Organ: Beauty In The B (Back Beat Books, 1997, 2ª ed. 2002), dedicado a la historia de los diferentes órganos Hammond y los músicos que los han hecho célebres. Desde entonces ha colaborado también con otras publicaciones del sector como Sound On Sound y Electronic Musician, así como con firmas de instrumentos electrónicos como Moog, Roland o Korg, entre otras, en la elaboración de guías y manuales.
Vintage Synthesizers se inicia con un prefacio a cargo de Dominic Milano (por aquel entonces redactor jefe de la revista), y una introducción de Mark Vail, en la que deja claro su propósito: "este libro está dedicado a los soñadores, diseñadores, desarrolladores, programadores, músicos, técnicos, usuarios, reparadores, modificadores y futuros propietarios de sintetizadores 'vintage'".
Vangelis en el Nemo Studio a finales de los 70 con el Yamaha CS-80. |
La primera sección, titulada "Hearts Of The Modern Synth Industry" aglutina una serie de capítulos extraídos de los reportajes publicados por la revista Keyboard a lo largo de su historia. El primero de ellos, "American Synthesizer Builders", traza un recorrido histórico y crítico de los fabricantes de instrumentos electrónicos en Estados Unidos, desde los orígenes, con Bob Moog y Don Buchla, pasando por ARP, Oberheim, Sequential Circuits, y Linn Electronics, sin olvidarse de otras importantes firmas como E-mu Systems, Ensoniq, Kurzweil y Alesis. En sí mismo este capítulo actúa como introducción del libro, pero también como presentación de algunos de los temas que se tratarán a lo largo de otros episodios y secciones. En este sentido son particularmente ilustrativos los capítulos "The Rise & Fall Of Moog Music" y "The Rise & Fall Of ARP Instruments", que narran las vicisitudes históricas que propiciaron la aparición y la caída de los dos principales fabricantes de instrumentos electrónicos a nivel mundial a comienzos de los años 80.
No es menos interesante el capítulo titulado "The Euro-Synth Industry", en el que Paul Wiffen y Mark Vail realizan un repaso por los productos más destacados de las marcas de instrumentos electrónicos europeas. Comenzando por el Reino Unido, con Electronic Music Studios (EMS), siguiendo con Electronic Dream Plant (EDP), y finalizando en los 80 con la sucesora de ésta última, Oxford Synthesizer Company (OSC), creadores del célebre sintetizador monofónico OSCar, además de algunas pequeñas firmas como Cheetah o Analogue Solutions. También se le dedica espacio al Mellotron, que no obstante, tiene un capítulo dedicado más adelante. Alemania, el otro gran país europeo fabricante de sintetizadores, está representado por Palm Products Germany (PPG), sus herederos Waldorf, y otros fabricantes como Dynacord, Doepfer, la ya desaparecida Quasimidi, y en el negocio del software a Steinberg y Emagic, entre otros.
Italia es otro de los países europeos con una larga tradición en la fabricación de instrumentos electrónicos que se remonta al Synket de Paolo Ketoff en 1964, si bien nunca ha cosechado un amplio reconocimiento internacional con sus productos de firmas como Elka, Crumar, Siel, entre las más conocidas, de las que destacan productos como el Elka Synthex o el Crumar GDS.
El recorrido por Francia se concentra en las figuras de Ruben y Serge Fernandez, que crearon la firma RSF en los años 70 y en la pequeña empresa MDB. En los Países Bajos se habla de Synton, en Suecia de Clavia (actualmente Nord Keyboards), y Elektron y por último el recorrido por Suiza se centra en fabricantes como Spectral Audio y Technosaurus.
El Con Brio ADS 200, sintetizador digital del que sólo se fabricaron dos unidades. |
Si la primera sección habrá hecho las delicias de más de un fanático de los instrumentos electrónicos, con la segunda, titulada "Modular Synthesizers", varios alcanzarán el éxtasis. Con el primer capítulo, "Buchla's First Modular System", Mark Vail cuenta la génesis del primer sistema modular de Don Buchla, y su utilización por parte de Morton Subotnick en sus seminales trabajos Silver Apples Of The Moon (1967), y The Wild Bull (1968). A continuación con "EMS VCS3 & Synthi A/AKS" Vail nos sumerge en la historia de los más célebres sintetizadores analógicos surgidos en el Reino Unido.
El tercer capítulo, sin embargo, parece dedicado a los fetichistas, con el Moog Modular 'customizado' de Keith Emerson como protagonista, al que Mark Vail define como "el sintetizador más peligroso del mundo", una auténtica bestia modular con seis filas de módulos (cuyas funciones se incluyen en un diagrama), y que incluso tenía una televisión en su fila superior, para causar mayor efecto en las actuaciones en directo, si bien no tenía ninguna utilidad práctica. Curiosamente Bob Moog firma el siguiente fragmento dedicado al ARP 2600, que incluye además un completísimo informe por parte de Vail en el que se ponen de relieve los puntos fuertes y los problemas conocidos de este modelo del fabricante estadounidense.
Los cuatro capítulos con los que concluye esta sección están dedicados a pequeños fabricantes de sintetizadores modulares. En primer lugar la firma EML (Electronic Music Laboratories), en el que se hace un recorrido por todos los productos de la firma de Connecticut ya desaparecida. Bob Moog por su parte firma otro artículo sobre los modulares de la firma californiana E-mu, antes de que abrazara el mundo de los 'samplers' en los años 80 y 90, y el del software en el siglo XXI. Aparte del E-mu Modular, que utilizaría Patrick Gleeson para sus álbumes Beyond The Sun (1976), y Rainbow Delta (1980), se lleva a cabo también un repaso a la historia del prototipo que nunca se fabricó en serie, el E-mu Audity. Los dos últimos capítulos de esta sección, firmados por Vail, se dedican a la firma californiana de Serge Tcherepnin, Serge Modular Music Systems y a la marca neoyorquina Polyfusion.
La tercera sección, "Famous Analog Synths", está dedicada a glosar las historias de los sintetizadores más famosos de los años 70 y principios de los 80 antes del desembarco de los instrumentos digitales. El primer capítulo, firmado por Bob Moog, está dedicado a la historia del MiniMoog, el segundo, también escrito por Moog, está centrado en el Oberheim SEM y de paso se aprovecha para llevar a cabo un breve repaso de otros productos de la compañía como el OB-1 y el OB-Xa, entre otros. A continuación, el capítulo consagrado al Prophet 5, Vail también lo completa con información del Prophet 10. El otro contendiente en la batalla de los sintetizadores analógicos polifónicos de finales de los años 70 es el majestuoso Yamaha CS-80, que Mark Vail define, no sin cierta ironía por su parte, como el "campeón de los pesos pesados de los primeros polifónicos", aludiendo a su peso cercano a los cien kilos.
El siguiente capítulo está dedicado a la convulsa historia del Rhodes Chroma, e incluye una interesante entrevista con Philip Dodds, su director de producción. Por último la sección concluye con el capítulo llamado "Valley Of The Korgs" que es una galería fotográfica con extensos pies de foto, de los modelos más famosos de la época analógica de la firma japonesa, como el Korg PS-3300, el MS20 o el Mono/Poly.
La cuarta sección titulada "Digital Synths & Samplers" y cuyos capítulos están firmados en su integridad por Mark Vail, nos sitúa en la historia de los primeros sintetizadores digitales comerciales y 'samplers', es decir, el PPG Wave, el Digital Keyboards Synergy y el Crumar GDS, estos dos últimos, sintetizadores aditivos digitales que utilizó Wendy Carlos para ilustrar varios de sus álbumes de los años 80, entre ellos la banda sonora de Tron (Steven Lisberger, 1982), Digital Moonscapes (1984), y Beauty In The Beast (1986).
Jean Michel Jarre hacia 1980 en su estudio de Croissy (Francia), con el muestreador de origen australiano Fairlight CMI Series I. |
La quinta sección de Vintage Synthesizers, denominada "Miscellaneous" hace honor a su nombre, dado que incluye diferentes capítulos centrados en instrumentos que por uno u otro motivo no tenían cabida en anteriores secciones a tenor de la estructura que se le ha querido dar al libro. Por tanto la sección se abre con un capítulo dedicado al Mellotron y continúa con un extenso repaso a los equipos electrónicos para montar en kit de la firma de Oklahoma City PAiA Electronics.
Quizá los capítulos que se incluyen a continuación sean los más controvertidos del libro, y cuya inclusión probablemente se deba al amor incondicional de su autor, Mark Vail, por los órganos, dado que se aparta de la filosofía del libro, al no tratarse en ningún caso de sintetizadores. Así "Rhodes Piano & Vox Continental" denota ese interés, al que le sigue el capítulo dedicado a los "Combo Organs Of The '60s", con marcas como Vox, Farfisa, Baldwin, Wurlitzer, Gibson o Fender, firmado por Barry Carson. El siguiente segmento titulado "Electric Pianos, Harpsichords, & Clavichords Of The '50s & '60s", también obra de Carson, supone un recorrido por todos aquellos teclados que tuvieron un lugar de honor en los primeros tiempos del rock'n'roll.
Los tres últimos episodios de la sección también son extraños dado que Mark Vail los dedica a las cajas de ritmo de Roland, "Roland CR-78, TR-808, & TR-909" y a la "Linn LM-1 Drum Computer" y el último al extraño Mattel Optigan, configurando básicamente una simple ficha de apenas tres páginas.
Con la sección sexta, titulada "The Patchbay" encontraremos una lista de precios actualizada al año 2000 de sintetizadores 'vintage', así como una serie de consejos de expertos a la hora de adquirir este tipo de instrumentos, con varias páginas con referencias a empresas que se dedican al mantenimiento de estas unidades, y al alquiler y venta de las mismas. Tras una discografía seleccionada, una sucinta bibliografía y una lista de páginas web de interés, se incluye un glosario de términos técnicos de uso común en la música electrónica y el entorno de estudio con el que se pone punto final al libro.
Vintage Synthesizers fue uno de los primeros libros que adquirí online en lengua inglesa y quizá por ello le tengo un cariño especial. Su contenido, extraído de los reportajes de la revista Keyboard, es sumamente didáctico y siempre y cuando se tengan unos conocimientos medios de inglés, se disfruta y aporta mucha y valiosa información sobre la historia relativamente reciente de los sintetizadores.
Se trata de un libro pródigo en anécdotas, comentarios de primera mano de muchos de los protagonistas e informaciones sobre las interioridades de una industria, que no es habitual encontrar en tratados históricos con un enfoque más generalista. En este sentido, Vintage Synthesizers es una obra que aportará grandes conocimientos a los que comienzan a investigar en los sonidos electrónicos y la historia de las principales empresas del sector, convirtiendo su lectura, por momentos, en apasionante.
La reedición del año 2000 incluye varias mejoras respecto a la original de 1993, como es la adición de los artículos sobre los sintetizadores japoneses, textos añadidos en algunos capítulos ya publicados en 1993, nuevos listados de precios y empresas de reparación de sintetizadores, y una relación de grabaciones en la que los instrumentos electrónicos del pasado tienen un espacio destacado.
Entre los puntos más criticables de esta obra está el hecho de que se dedique tan escaso espacio a los sintetizadores japoneses, cuya presencia era inexistente en el primera edición, aspecto que en la segunda no termina de resolverse con un capítulo dedicado al Yamaha CS-80 y otro a una galería de fotos de los productos de la firma Korg. Otro punto en contra se produce cuando el autor dedica un capítulo a un determinado sintetizador y aparecen fotos de un modo gratuito de otros productos de la marca, que ni tan siquiera pertenecen a la misma época. Esto es especialmente notable en los capítulos englobados en la tercera sección, dedicada a sintetizadores analógicos, como el Prophet 5 y el Yamaha CS-80, en donde aparecen fotografías del Prophet VS de síntesis vectorial o en el caso de la marca de los tres diapasones, instrumentos de síntesis en modulación de frecuencia, como el Yamaha DX7, y que probablemente no tienen más razón de ser que lo que en inglés se conoce como "synth porn", es decir, imágenes de sintetizadores antiguos y estudios repletos de ellos para regocijo visual de unos cuantos fetichistas.
Por otro lado, una sección que no tiene demasiado sentido incluir en un libro de estas características es la referida a los precios orientativos de los equipos de segunda mano. En un mercado tan inestable como el de los instrumentos electrónicos es muy fácil llevarse sorpresas y que sintetizadores analógicos que en los 80 y 90 no tenían un alto precio, hoy en día puedan constituir auténticas rarezas y por tanto cotizadas piezas de coleccionismo.
Por último, la devoción del autor por los órganos le lleva a incluir varios capítulos a modo de apéndice, que rompen con la génesis del proyecto de Vintage Synthesizers, y que aunque no dejan de ser interesantes, empañan un poco el resultado final del libro.
Este libro lo tengo desde hace años y podría definirlo como mi ración diaria de pornografía electrónico-musical, todo un gustazo.
ResponderEliminarGracias por difundirlo.
Sí, yo cuando lo compré hace casi una década me aportó muchísima información. Tiene un precio bastante barato al cambio y pienso que es un libro que todo aquel al que le guste la música electrónica debe tener sí o sí. No hay excusa que valga.
ResponderEliminarCon los años he ido adquiriendo otros libros de pornografía sintética, algunos a precios algo prohibitivos, como los dos The A-Z Of Analogue Synthesizers, Synthesizer Von Gestern Vol.2 (en alemán, el volumen 1 es uno de los griales que me faltan), The Museum Of Synthesizer Technology, The Whole Synthesizer Catalogue y otro que podría entrar en la categoría es el Analog Synthesizers de Mark Jenkins, todos ellos con abundantes fotografías para el deleite visual. Espero que semajante lista no te haya producido un orgasmo electrónico espontáneo :-)
Un abrazo
Pablo/Audionaut
Tengo todos los libros que citas y también me falta el número 1 del Von Gestern, que no hay forma de que aparezca. Quizás algún día en Ebay...
ResponderEliminarHola Stahl. Veo que también eres un auténtico adicto al porno electrónico, jajaja. Yo el primer volumen de A-Z, el Synthesizer Von Gestern Vol. 2 y el The Museum Of Synthesizer Technology los conseguí a través de pujas en ebay por medio de Peter Forrest, un tipo ciertamente amable. Todos ellos están como nuevos.
ResponderEliminarRespecto al primer volumen de Synthesizer Von Gestern, nunca hay que perder la esperanza, pero creo que se hizo una edición cortísima y ese libro alcanzará precios realmente altos y todos tenemos nuestros límites. Tampoco creo que sus escasos propietarios vayan a deshacerse de él por ahora. De todos modos, el hecho de tenerlo o no, no me obsesiona demasiado. Todo lo contrario que me pasaba en su día con el de Oskar Sala, que lo busqué durante más de cinco años, hasta que di con él.
Un abrazo
Pablo/Audionaut
Vaya, pues yo también le compré los mismísimos libros a Peter Forrest en Ebay... Si es que el mundo es un pañuelo.
ResponderEliminarPor lo que yo sé, del A-Z Of Analogue Synthesizers va subastando copias con cuentagotas. Al fin y al cabo los ha escrito él y tiene todavía copias por ahí. Bueno, de hecho yo le pedí directamente que me vendiera un ejemplar si podía ser en buen estado y me dijo que todos los ejemplares que quedaban tenían alguna tara. No obstante, le echó un vistazo a los ejemplares que tenía y me escribió diciéndome que había localizado uno que no sabía por qué lo había puesto entre los que estaban un poco cascados, porque ciertamente estaba como nuevo. Eso sí, la broma me costó 70 libras (alrededor de 100 euros), pero siempre que tengo una duda sobre si tal o cual sintetizador tenía tal o cual característica e internet no me lo termina de aclarar, suele ser una fuente de información totalmente fiable, porque en él encuentras casi todos los sintetizadores analógicos hasta 1998 y 2003 respectivamente en las ediciones revisadas. Una obra de consulta excelente.
ResponderEliminarEl segundo volumen lo compré en Amazon UK, ahora no recuerdo el precio, pero igual eran 30 o 40 libras. Respecto al Synthesizer Von Gestern, por lo que sé Peter hizo un viaje a Alemania y pasó por casa del autor o algo así y "rescató" todos los ejemplares que pudo y los ha ido vendiendo en eBay. Por su parte el del Museum Of Synthesizer Technology tampoco es fácil de localizar dado que ese museo cerró sus puertas hace años y de ese libro no creo que se hayan hecho ediciones muy largas.
Lo que tú dices, el mundo es un pañuelo. Añadiría además que el pueblo es pequeño y nos conocemos todos.
Un abrazo
Pablo/Audionaut