French Connections de Martin James, la obra que retrata la escena del 'French Touch'. |
Hay quienes han defendido, a través de algunas obras, un punto de vista exclusivamente academicista, en el que se han obviado todas las manifestaciones populares que ha dado el sonido electrónico, y se han centrado en el mundo de los centros de investigación, las universidades y los compositores con una orientación musical más científica. Los hay también que han hecho justo lo contrario y sólo han tenido en cuenta la vertiente popular desdeñando los avances tecnológicos y el papel clave de muchos pioneros seleccionando de un modo arbitrario a determinados artistas de algunas corrientes concretas.
Otros sin embargo, guiados por una visión integradora han intentado desarrollar cronologías en las que coexistieran todo tipo de evoluciones, desde el theremin a las tendencias más recientes de la música dance, pasando por la 'musique concrète' o el hip-hop, generando a menudo mayor confusión en los lectores o en el mejor de los casos aportando una cierta superficialidad al conjunto por intentar abarcar demasiado.
Ciertamente conocer en profundidad todos los campos de la creación sonora que se atribuyen para sí la denominación de 'música electrónica' es imposible, y suele ser bastante más gratificante la lectura de esas pequeñas historias que forman parte de la globalidad. Es por este motivo, que una obra como French Connections. From Discothèque to Discovery (Sanctuary, 2003), firmada por el periodista musical Martin James, se erige como la crónica más precisa y completa sobre el sonido 'house' francés de los años 90, conocido como 'French Touch'.
Martin James es un periodista y profesor universitario británico especializado en música dance electrónica, colaborador para revistas como The Mix o las ya desaparecidas Muzik y Melody Maker, y que cuando firmó French Connections ya tenía a sus espaldas varias referencias importantes como son las biografías de Moby - Replay, His Life and Times (Independent Music Press, 1999), Prodigy (Sanctuary, 2001), Fatboy Slim - Funk Soul Brother (Sanctuary, 2002), además de un recorrido por la historia del sonido 'jungle' en State of Bass - Jungle: The Story so Far (Boxtree/MacMillan, 1997).
La experiencia periodística del autor y la oportunidad que la misma le brindó de entrevistar a diferentes músicos de la escena francesa durante los años 90, le convierten en un cronista de primera mano y un especialista en todo lo acontecido en aquel país en lo concerniente a la cultura de clubs, los discos que marcaron tendencia y la aparición de nuevas promesas de la escena que en muchos casos alcanzarían repercusión internacional.
Después de una breve introducción en la que James aglutina una serie de opiniones de músicos y personajes de la escena musical electrónica francesa sobre si realmente existió el 'French Touch', para lo que hay, por supuesto, diversidad de opiniones, da inicio el primer capítulo de French Connections, llamado, como no podía ser de otra manera, "La Discothèque". James nos relata el origen del término y la historia sucinta de las primeras discotecas del París de preguerra, que durante la contienda se convirtieron en un símbolo de resistencia a la ocupación nazi al bailarse la prohibida música negra americana. La tradición del llamado 'Paris by Night' creció durante las décadas de los 50 y 60, al tiempo que en Estados Unidos y el Reino Unido aparecían también los primeros clubs.
Hacia mediados de los 70 se abre en Manhattan la mítica discoteca Studio 54. El nuevo sonido disco influido por el 'Philadpelphia Sound' revolucionaría la música de baile que se ponía en los clubs, y se desarrollaría un clima de efervescencia cultural que inspiraría a artistas franceses que consiguieron éxitos internacionales como Claude Moran o Cerrone con "Supernature" -artista del que el autor incluye una extensa entrevista en la que repasa su carrera-, o los productores Belolo/Morali, inventores de los célebres The Village People. Sin embargo en Francia el gobierno controlaba las emisoras de radio y en ellas no se ponía música disco, lo que contrariamente a lo esperado hizo crecer el interés por una música que triunfaba en el exterior.
La introducción de los sintetizadores en la música disco en los años 70 marcaría un antes y un después gracias al papel clave de Giorgio Moroder con su éxito "I Feel Love" para Donna Summer y por otro lado la electrónica techno de Kraftwerk, que iban a ser premonitorias de los estilos musicales que estaban por venir. La llegada de los años 80 significó la muerte de la música disco al tiempo que la desaparición de algunos de los más fulgurantes artistas de la década anterior como Sylvester o Jacques Morali. El éxito de Cerrone también se desvanecería, pero tendría una influencia capital en las nuevas generaciones de artistas franceses de los 90 como Bob Sinclar o Modjo, entre otros.
Tras el fin de la música disco, Martin James nos sumerge en dos extraños epígrafes dentro de "La Discothèque", uno dedicado a la 'musique concrète' y otro a la figura de Jean-Jacques Perrey. La influencia de este último en el 'French Touch' es comprensible dado que trabajó en su día con el dúo AIR en el tema "Cosmic Bird", y James a través de la entrevista pone de relieve la influencia que ha tenido en las nuevas generaciones de músicos electrónicos. Tal vez es menos obvia la aportación o la influencia de los popes de la sacrosanta música concreta, en especial Pierre Henry, del que el autor lleva a cabo un resumen biográfico, y cuya obra ha sido la más reivindicada entre las nuevas generaciones, en especial su célebre "Psyché Rock". No obstante, la influencia se refiere más a las técnicas que vislumbraron estos pioneros, que han sido convenientemente actualizadas por los jóvenes artistas, que a la música propiamente dicha.
El capítulo finaliza con el segmento "After The Party", en el que se analizan las causas de por qué con la llegada de los años 80, la mayor parte de los artistas y productores franceses que habían cosechado éxitos internacionales la década anterior desaparecieron de la escena, lo que llevó consigo una contracción del mercado. El control de los procesos de producción y distribución ejercido en Francia por las compañías discográficas, así como la ausencia de interés en promocionar a artistas fuera de la 'chanson', a lo que se unía el control estatal de las emisoras de radio, que se liberalizaron en 1981, no dejó muchas alternativas a algunos artistas. Esa liberalización de las ondas de radio y los canales de televisión en Francia, que trajo consigo la aparición de numerosas emisoras privadas provocó que durante la década de los 80 toda una generación de músicos se formara musicalmente escuchando a artistas británicos y estadounidenses, y desconociera prácticamente el éxito mundial que varios artistas galos habían cosechado la década anterior.
Con el título "François K. To Mirwais" se abre el capítulo más corto del libro, en el que James nos detalla la dilatada trayectoria del veterano DJ François Kevorkian, desde sus inicios en Estrasburgo a principios de los 70 pinchando a grupos como King Crimson, Yes, Soft Machine o la Mahavishnu Orchestra, pasando por una fama obtenida en los mejores clubs de Nueva York que le llevaron a remezclar durante los 80 trabajos de artistas consagrados dentro del techno-pop como Kraftwerk, Depeche Mode, Thomas Dolby o Pet Shop Boys, que buscaban posicionarse también en las pistas de baile, e incluso a grupos de guitarras como The Smiths o U2.
Los dos siguientes apartados están dedicados a cómo en Francia evolucionaron algunos grupos desde el punk de finales de los 70 a un sonido 'new wave' con abundantes contaminaciones de la música disco negra, tal es el caso del grupo Les Garçons, y su líder Patrick Vidal que junto a Christophe Monier, fundarían el efímero dúo Discotique cuyo single "Sexe" de 1989 está considerado como el primer tema techno creado en Francia. El capítulo se cierra con un apartado dedicado a la figura de Mirwais, un músico también surgido de la escena 'post-punk' con su grupo Taxi Girl, que tendría una gran influencia en el sonido electro posterior al 'French Touch'. El éxito de Mirwais con su hit "Disco Science" le conduciría al estrellato internacional de la mano de Madonna -siempre atenta a nuevas tendencias y sonidos que pueda asimilar a su música-, para la que coproduciría los álbumes Music (2000), American Life (2003), y parte de Confessions on a Dance Floor (2005).
El tercer capítulo, titulado "Rave Revolution Or House Arrest?" se centra en trazar el panorama de clubs en Francia, que a finales de los 80 todavía no habían adoptado la música house de manera generalizada, limitándose a noches especiales en algunas discotecas. El club gay Le Boy fue el primero en París en poner música techno y house todas las noches, con un éxito que fue continuado por otros locales como Le Palace y The Rex, en donde sujetos como Laurent Garnier y Éric Morand se estaban labrando una gran reputación. Paulatinamente se fue engendrando una cultura house con los primeros sellos como Rave Age, y el papel de la Dj Liza N'Eliaz o el de Manu Le Malin como líderes espirituales de las primeras 'raves'. Estas fiestas se extendieron paulatinamente a otras regiones de Francia y muchos DJ comenzaron a hacerse un nombre.
En vista de que algo se estaba moviendo, la cadena de tiendas FNAC crearía la FNAC Music Dance Division, que fueron de los primeros en apostar por una escena francesa a principios de los años 90 con sus recopilatorios de artistas electrónicos galos. Tras su desaparición en 1994, su heredero espiritual sería el sello F Communications de Garnier y Éric Morand. Como nadie suele ser profeta en su tierra, el nuevo sello debió triunfar antes en Alemania y el Reino Unido para que en Francia comenzaran a tomarlos en serio y el público se mostrara receptivo hacia su propuesta de música techno, house y trance de última generación.
Martin James se recrea en la historia de F Communications y de los artistas más importantes del sello. El éxito de Shot In The Dark (1995), el primer álbum de Garnier, espoleó a otros artistas de la discográfica como Ludovic Navarre 'St. Germain', para producir su primer trabajo como el emblemático Boulevard (1995), así como los de otros artistas emergentes de la talla de Juantrip, Frederic Galliano o Mr. Oizo. El papel del sello fue clave para que los propios artistas y productores franceses creyeran en sus posibilidades de obtener éxito internacional.
El siguiente apartado está dedicado a glosar la figura de Laurent Garnier músico, al que James define como "el embajador del techno", desde sus comienzos como DJ en el mítico club The Haçienda de Manchester, cubriendo su etapa en F Communications y concluyendo con su álbum Unreasonable Behaviour (2000). También le dedica una sección al denominado "techno terrorista" Manu Le Malin, uno de los veteranos de la escena rave francesa como músico y DJ.
A continuación Martin James analiza el papel de las autoridades, que en un principio eran favorables y receptivas hacia las raves, y que posteriormente, al igual que sucedió en Gran Bretaña situó a estas fiestas en su punto de mira. La cruzada contra la cultura techno y las 'rave parties', auspiciada también por los medios de comunicación, se sustentó en la idea de que fomentaban el consumo de sustancias estupefacientes. A finales de los 90 las cosas comenzaron a cambiar y las autoridades permitieron las primeras technoparades en suelo francés, aunque los diferentes gobiernos que se han sucedido han mantenido una marcada ambigüedad, moviéndose entre el apoyo institucional y la prohibición respecto a este tipo de eventos dependiendo del signo político del inquilino del Palacio del Elíseo.
El cuarto capítulo "La Funk Mob To Source Lab: The Hip-Hop/House Alliance" es el más extenso de la obra. Hasta la segunda mitad de los 90 no se puede hablar de la existencia de una etiqueta como 'French Touch', no obstante, tendrán lugar una serie de movimientos que conducirán a su gestación. La limitación impuesta por ley a la música anglosajona para promover la cultura nacional obró en beneficio de la emergente escena del hip-hop francés, creada en pequeños estudios de la 'banlieue' de París.
En uno de esos estudios trabajaba la mente pensante detrás de los proyectos Le Funk Mob, Cassius y Motorbass, que no era otro que Philippe Zdar del que James realiza un amplio repaso por su trayectoria musical. Otro artista involucrado en la escena hip-hop sería DJ Cam, alias de Laurence Daumail, que lanzaría el sello Street Jazz, y DJ Yellow y Chris Le Friant 'Bob Sinclar' atacarían con Yellow Productions, en ambos casos produciendo eclécticos trabajos a medio camino entre el hip-hop, el soul, el funk, el jazz o el lounge. Otros artistas adscritos a esta tendencia dentro de este último sello serían Dimitri From Paris con su influyente álbum Sacrebleu (1996), y Kid Loco con A Grand Love Affair (1997). Por su parte la producción de Bob Sinclar en sus álbumes Paradise (1998), y Champs Elysées (2000), estaba fuertemente inspirada por el sonido disco de Cerrone y el jazz-funk. El capítulo concluye con una referencia a la serie de tres recopilatorios Source Lab (1995-1997), editados por Source Records, una subsidiaria de Virgin centrada en la música dance, que con estos 'samplers' contribuyó a que el público tomara conciencia de que algo se estaba moviendo creativamente en Francia.
Con el título de "The Versailles Connection", que parece sacado del mejor cine negro francés, Martin James se adentra en el quinto capítulo, en el que establece, como su propio nombre indica, las conexiones existentes entre toda una serie de artistas surgidos de esa localidad del extrarradio de París, que se iniciaron como grupos de guitarras en los 80, y que recién iniciada la década de los 90 se dejaron seducir por la electrónica, hasta alcanzar una importancia capital en el éxito definitivo del 'French Touch' en los mercados internacionales. Martin James primero nos retrata la figura de Etienne de Crécy, no sólo como músico, sino también como productor de terceros, y como impulsor de proyectos como el recopilatorio de músicos de Versalles Super Discount (1997), con el propio de Crécy, Alex Gopher y AIR entre otros.
Precisamente es el dúo formado por Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel el protagonista de la mayor parte del capítulo. Martin James traza sus orígenes en el grupo Orange, y ya como AIR resalta el éxito de sus primeros trabajos, Premiers Symptômes (1997), un EP que recoge sus primeros singles y su consagración con Moon Safari (Source/Virgin, 1998), con sus éxitos "Sexy Boy" y "Kelly Watch The Stars", realizando un repaso bastante exhaustivo de ambos trabajos, aderezado con abundantes opiniones de los músicos en las que salen a relucir los nombres de Jean-Jacques Perrey, Serge Gainsbourg, la psicodelia de la primera etapa de Pink Floyd o la música de John Barry para la película Midnight Cowboy, como referencias sonoras ineludibles para el dúo. La conexión cinematográfica también se establece a través de la banda sonora realizada para The Virgin Suicides (Record Makers, 2000), de Sofia Coppola, con un fuerte componente de rock progresivo. Éste volvería a hacerse notar en 10.000 Hz Legend (Source/Virgin, 2001), un trabajo incomprendido por aquellos que esperaban una continuación de Moon Safari y se encontraron un álbum multirreferencial y más inspirado en el rock inglés de los 70, desde Rick Wakeman a Soft Machine, pasando por la ELO, David Bowie y Pink Floyd, aunque también estarían las influencias omnipresentes de Kraftwerk o Beck. El capítulo concluye con otros tres grupos del área de Versalles: Ollano, Mellow y Bang Bang cuyos estilos reflejan unas influencias comunes a las que habían caracterizado a AIR.
Bajo el título de "The Golden Triangle Of Bastille" se abre el último capítulo de French Connections. El nombre hace referencia a las tres tiendas de vinilos del área parisina de Bastilla que vendían música dance y alrededor de las que gravitó parte de la escena techno. La figura de Gilb'R y su creación del sello discográfico Versatile Records ocupan la primera parte, para dar paso, sin solución de continuidad a glosar la trayectoria de Daft Punk, a los que James califica como "los héroes enmascarados del techno francés". Desde sus comienzos en un pequeño estudio del barrio de Montmartre, la carrera de Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo ha sido un in crescendo hasta su éxito internacional con sus singles "Da Funk" y "Around The World", de su álbum Homework (Virgin, 1997), con su característico sonido disco filtrado. En las mismas coordenadas estilísticas se sitúa también el single "Music Sounds Better With You" del proyecto de disco-house Stardust de Bangalter, que eclipsó el éxito inicial del dúo. No obstante, el segundo álbum, Discovery (Virgin, 2001), disiparía las dudas con sus cuatro singles, entre ellos "One More Time" y "Harder, Better, Faster, Stronger" con sus videoclips de anime, que supondría un premeditado alejamiento del sonido de su primer álbum hacia terrenos del sonido disco y el house.
El siguiente grupo que se sitúa en una onda techno similar es The Micronauts de Christophe Monier y George Issakidis, que no obstante tuvieron una carrera breve como dúo debido a diferencias creativas. A continuación Martin James lleva a cabo un análisis en profundidad de la repercusión que tuvo el éxito de Bangalter con su proyecto Stardust en hits de otros artistas como Modjo o The Superman Lovers, y la trascendencia que ha tenido en las nuevas generaciones de músicos electrónicos franceses que parecen perseguir la fórmula del éxito de Daft Punk.
En la última parte del capítulo, el autor desarrolla un reflexión sobre cómo el 'French Touch' consiguió una gran popularidad durante la segunda mitad de los años 90 a través de sellos pequeños y artistas independientes, y de cómo al final la repetición de clichés en temas más comerciales, auspiciados por discográficas internacionales y por ende menos originales conllevó el hartazgo del público. No obstante cada productor tiene su opinión sobre este fenómeno, desde los que se adhieren a él, hasta los que lo rechazan abiertamente y no quieren que se les encasille en el mismo.
A modo de epílogo bajo el epígrafe "Post-French Touch: The Next Step Of The New Wave", Martin James nos da pistas sobre las nuevas tendencias que están comenzando a aparecer en la escena de música electrónica francesa en el momento previo a la publicación del libro (en 2003), como el 'electroclash' o 'nu-electro' de artistas como Miss Kittin, The Hacker, Teamtendo o The Eternals, además de otros nombres que trascienden la etiqueta de 'French Touch', y que se sitúan directamente en el techno como Kojak y Rinôçérôse. Todo esto deja bien a las claras que Francia ya es una potencia en el panorama internacional de la música dance.
El resumen realizado probablemente no hace justicia a todos los datos y el contenido que aporta French Connections. From Discothèque to Discovery, que demuestra una intensa labor de documentación. Martin James además, sabe sintetizar muy bien el contenido de las entrevistas realizadas a lo largo de los años y desarrollar una historia coherente. El hecho de que el libro esté escrito en inglés y tenga más de 300 páginas, como en otras ocasiones, puede representar un gran contratiempo para todos aquellos lectores que no dominen mínimamente la lengua de Shakespeare. Mientras las editoriales españolas permanecen ciegas, mudas y sordas ante una hipotética traducción, sólo queda el derecho al pataleo y esperar que este tipo de libros musicales que tanto abundan en el mercado internacional, se vayan editando paulatinamente.
Por otro lado, el interés por el libro dependerá de hasta qué punto nos atraiga la escena house francesa de los años 90. Personalmente he seguido durante los últimos años las evoluciones musicales de AIR y Daft Punk, que a la postre han sido los artistas que han logrado mayor éxito y proyección internacional, y en mucha menor medida algo del trabajo de Laurent Garnier y el de François Kevorkian. A otros músicos como Etienne de Crécy o St. Germain los he escuchado de un modo ocasional y poco receptivo por mi parte. Por este motivo una obra como French Connections cobra trascendencia y supone una buena excusa para quitarnos de encima viejos prejuicios y descubrir a los artistas de la inquieta escena house francesa a través de una obra considerada como la Biblia del género.
La experiencia periodística del autor y la oportunidad que la misma le brindó de entrevistar a diferentes músicos de la escena francesa durante los años 90, le convierten en un cronista de primera mano y un especialista en todo lo acontecido en aquel país en lo concerniente a la cultura de clubs, los discos que marcaron tendencia y la aparición de nuevas promesas de la escena que en muchos casos alcanzarían repercusión internacional.
Después de una breve introducción en la que James aglutina una serie de opiniones de músicos y personajes de la escena musical electrónica francesa sobre si realmente existió el 'French Touch', para lo que hay, por supuesto, diversidad de opiniones, da inicio el primer capítulo de French Connections, llamado, como no podía ser de otra manera, "La Discothèque". James nos relata el origen del término y la historia sucinta de las primeras discotecas del París de preguerra, que durante la contienda se convirtieron en un símbolo de resistencia a la ocupación nazi al bailarse la prohibida música negra americana. La tradición del llamado 'Paris by Night' creció durante las décadas de los 50 y 60, al tiempo que en Estados Unidos y el Reino Unido aparecían también los primeros clubs.
Cerrone en la portada de su single "Supernature" de 1977. |
La introducción de los sintetizadores en la música disco en los años 70 marcaría un antes y un después gracias al papel clave de Giorgio Moroder con su éxito "I Feel Love" para Donna Summer y por otro lado la electrónica techno de Kraftwerk, que iban a ser premonitorias de los estilos musicales que estaban por venir. La llegada de los años 80 significó la muerte de la música disco al tiempo que la desaparición de algunos de los más fulgurantes artistas de la década anterior como Sylvester o Jacques Morali. El éxito de Cerrone también se desvanecería, pero tendría una influencia capital en las nuevas generaciones de artistas franceses de los 90 como Bob Sinclar o Modjo, entre otros.
Tras el fin de la música disco, Martin James nos sumerge en dos extraños epígrafes dentro de "La Discothèque", uno dedicado a la 'musique concrète' y otro a la figura de Jean-Jacques Perrey. La influencia de este último en el 'French Touch' es comprensible dado que trabajó en su día con el dúo AIR en el tema "Cosmic Bird", y James a través de la entrevista pone de relieve la influencia que ha tenido en las nuevas generaciones de músicos electrónicos. Tal vez es menos obvia la aportación o la influencia de los popes de la sacrosanta música concreta, en especial Pierre Henry, del que el autor lleva a cabo un resumen biográfico, y cuya obra ha sido la más reivindicada entre las nuevas generaciones, en especial su célebre "Psyché Rock". No obstante, la influencia se refiere más a las técnicas que vislumbraron estos pioneros, que han sido convenientemente actualizadas por los jóvenes artistas, que a la música propiamente dicha.
El capítulo finaliza con el segmento "After The Party", en el que se analizan las causas de por qué con la llegada de los años 80, la mayor parte de los artistas y productores franceses que habían cosechado éxitos internacionales la década anterior desaparecieron de la escena, lo que llevó consigo una contracción del mercado. El control de los procesos de producción y distribución ejercido en Francia por las compañías discográficas, así como la ausencia de interés en promocionar a artistas fuera de la 'chanson', a lo que se unía el control estatal de las emisoras de radio, que se liberalizaron en 1981, no dejó muchas alternativas a algunos artistas. Esa liberalización de las ondas de radio y los canales de televisión en Francia, que trajo consigo la aparición de numerosas emisoras privadas provocó que durante la década de los 80 toda una generación de músicos se formara musicalmente escuchando a artistas británicos y estadounidenses, y desconociera prácticamente el éxito mundial que varios artistas galos habían cosechado la década anterior.
El DJ, productor y remezclador François Kevorkian. |
Los dos siguientes apartados están dedicados a cómo en Francia evolucionaron algunos grupos desde el punk de finales de los 70 a un sonido 'new wave' con abundantes contaminaciones de la música disco negra, tal es el caso del grupo Les Garçons, y su líder Patrick Vidal que junto a Christophe Monier, fundarían el efímero dúo Discotique cuyo single "Sexe" de 1989 está considerado como el primer tema techno creado en Francia. El capítulo se cierra con un apartado dedicado a la figura de Mirwais, un músico también surgido de la escena 'post-punk' con su grupo Taxi Girl, que tendría una gran influencia en el sonido electro posterior al 'French Touch'. El éxito de Mirwais con su hit "Disco Science" le conduciría al estrellato internacional de la mano de Madonna -siempre atenta a nuevas tendencias y sonidos que pueda asimilar a su música-, para la que coproduciría los álbumes Music (2000), American Life (2003), y parte de Confessions on a Dance Floor (2005).
El tercer capítulo, titulado "Rave Revolution Or House Arrest?" se centra en trazar el panorama de clubs en Francia, que a finales de los 80 todavía no habían adoptado la música house de manera generalizada, limitándose a noches especiales en algunas discotecas. El club gay Le Boy fue el primero en París en poner música techno y house todas las noches, con un éxito que fue continuado por otros locales como Le Palace y The Rex, en donde sujetos como Laurent Garnier y Éric Morand se estaban labrando una gran reputación. Paulatinamente se fue engendrando una cultura house con los primeros sellos como Rave Age, y el papel de la Dj Liza N'Eliaz o el de Manu Le Malin como líderes espirituales de las primeras 'raves'. Estas fiestas se extendieron paulatinamente a otras regiones de Francia y muchos DJ comenzaron a hacerse un nombre.
En vista de que algo se estaba moviendo, la cadena de tiendas FNAC crearía la FNAC Music Dance Division, que fueron de los primeros en apostar por una escena francesa a principios de los años 90 con sus recopilatorios de artistas electrónicos galos. Tras su desaparición en 1994, su heredero espiritual sería el sello F Communications de Garnier y Éric Morand. Como nadie suele ser profeta en su tierra, el nuevo sello debió triunfar antes en Alemania y el Reino Unido para que en Francia comenzaran a tomarlos en serio y el público se mostrara receptivo hacia su propuesta de música techno, house y trance de última generación.
Laurent Garnier, el "embajador del techno". |
El siguiente apartado está dedicado a glosar la figura de Laurent Garnier músico, al que James define como "el embajador del techno", desde sus comienzos como DJ en el mítico club The Haçienda de Manchester, cubriendo su etapa en F Communications y concluyendo con su álbum Unreasonable Behaviour (2000). También le dedica una sección al denominado "techno terrorista" Manu Le Malin, uno de los veteranos de la escena rave francesa como músico y DJ.
A continuación Martin James analiza el papel de las autoridades, que en un principio eran favorables y receptivas hacia las raves, y que posteriormente, al igual que sucedió en Gran Bretaña situó a estas fiestas en su punto de mira. La cruzada contra la cultura techno y las 'rave parties', auspiciada también por los medios de comunicación, se sustentó en la idea de que fomentaban el consumo de sustancias estupefacientes. A finales de los 90 las cosas comenzaron a cambiar y las autoridades permitieron las primeras technoparades en suelo francés, aunque los diferentes gobiernos que se han sucedido han mantenido una marcada ambigüedad, moviéndose entre el apoyo institucional y la prohibición respecto a este tipo de eventos dependiendo del signo político del inquilino del Palacio del Elíseo.
El cuarto capítulo "La Funk Mob To Source Lab: The Hip-Hop/House Alliance" es el más extenso de la obra. Hasta la segunda mitad de los 90 no se puede hablar de la existencia de una etiqueta como 'French Touch', no obstante, tendrán lugar una serie de movimientos que conducirán a su gestación. La limitación impuesta por ley a la música anglosajona para promover la cultura nacional obró en beneficio de la emergente escena del hip-hop francés, creada en pequeños estudios de la 'banlieue' de París.
En uno de esos estudios trabajaba la mente pensante detrás de los proyectos Le Funk Mob, Cassius y Motorbass, que no era otro que Philippe Zdar del que James realiza un amplio repaso por su trayectoria musical. Otro artista involucrado en la escena hip-hop sería DJ Cam, alias de Laurence Daumail, que lanzaría el sello Street Jazz, y DJ Yellow y Chris Le Friant 'Bob Sinclar' atacarían con Yellow Productions, en ambos casos produciendo eclécticos trabajos a medio camino entre el hip-hop, el soul, el funk, el jazz o el lounge. Otros artistas adscritos a esta tendencia dentro de este último sello serían Dimitri From Paris con su influyente álbum Sacrebleu (1996), y Kid Loco con A Grand Love Affair (1997). Por su parte la producción de Bob Sinclar en sus álbumes Paradise (1998), y Champs Elysées (2000), estaba fuertemente inspirada por el sonido disco de Cerrone y el jazz-funk. El capítulo concluye con una referencia a la serie de tres recopilatorios Source Lab (1995-1997), editados por Source Records, una subsidiaria de Virgin centrada en la música dance, que con estos 'samplers' contribuyó a que el público tomara conciencia de que algo se estaba moviendo creativamente en Francia.
Con el título de "The Versailles Connection", que parece sacado del mejor cine negro francés, Martin James se adentra en el quinto capítulo, en el que establece, como su propio nombre indica, las conexiones existentes entre toda una serie de artistas surgidos de esa localidad del extrarradio de París, que se iniciaron como grupos de guitarras en los 80, y que recién iniciada la década de los 90 se dejaron seducir por la electrónica, hasta alcanzar una importancia capital en el éxito definitivo del 'French Touch' en los mercados internacionales. Martin James primero nos retrata la figura de Etienne de Crécy, no sólo como músico, sino también como productor de terceros, y como impulsor de proyectos como el recopilatorio de músicos de Versalles Super Discount (1997), con el propio de Crécy, Alex Gopher y AIR entre otros.
Nicolas Godin (izq.), y Jean-Benoît Dunckel forman el dúo AIR. |
Bajo el título de "The Golden Triangle Of Bastille" se abre el último capítulo de French Connections. El nombre hace referencia a las tres tiendas de vinilos del área parisina de Bastilla que vendían música dance y alrededor de las que gravitó parte de la escena techno. La figura de Gilb'R y su creación del sello discográfico Versatile Records ocupan la primera parte, para dar paso, sin solución de continuidad a glosar la trayectoria de Daft Punk, a los que James califica como "los héroes enmascarados del techno francés". Desde sus comienzos en un pequeño estudio del barrio de Montmartre, la carrera de Thomas Bangalter y Guy-Manuel de Homem-Christo ha sido un in crescendo hasta su éxito internacional con sus singles "Da Funk" y "Around The World", de su álbum Homework (Virgin, 1997), con su característico sonido disco filtrado. En las mismas coordenadas estilísticas se sitúa también el single "Music Sounds Better With You" del proyecto de disco-house Stardust de Bangalter, que eclipsó el éxito inicial del dúo. No obstante, el segundo álbum, Discovery (Virgin, 2001), disiparía las dudas con sus cuatro singles, entre ellos "One More Time" y "Harder, Better, Faster, Stronger" con sus videoclips de anime, que supondría un premeditado alejamiento del sonido de su primer álbum hacia terrenos del sonido disco y el house.
Daft Punk: Thomas Bangalter (izq.), y Guy-Manuel de Homem-Christo. |
En la última parte del capítulo, el autor desarrolla un reflexión sobre cómo el 'French Touch' consiguió una gran popularidad durante la segunda mitad de los años 90 a través de sellos pequeños y artistas independientes, y de cómo al final la repetición de clichés en temas más comerciales, auspiciados por discográficas internacionales y por ende menos originales conllevó el hartazgo del público. No obstante cada productor tiene su opinión sobre este fenómeno, desde los que se adhieren a él, hasta los que lo rechazan abiertamente y no quieren que se les encasille en el mismo.
A modo de epílogo bajo el epígrafe "Post-French Touch: The Next Step Of The New Wave", Martin James nos da pistas sobre las nuevas tendencias que están comenzando a aparecer en la escena de música electrónica francesa en el momento previo a la publicación del libro (en 2003), como el 'electroclash' o 'nu-electro' de artistas como Miss Kittin, The Hacker, Teamtendo o The Eternals, además de otros nombres que trascienden la etiqueta de 'French Touch', y que se sitúan directamente en el techno como Kojak y Rinôçérôse. Todo esto deja bien a las claras que Francia ya es una potencia en el panorama internacional de la música dance.
El resumen realizado probablemente no hace justicia a todos los datos y el contenido que aporta French Connections. From Discothèque to Discovery, que demuestra una intensa labor de documentación. Martin James además, sabe sintetizar muy bien el contenido de las entrevistas realizadas a lo largo de los años y desarrollar una historia coherente. El hecho de que el libro esté escrito en inglés y tenga más de 300 páginas, como en otras ocasiones, puede representar un gran contratiempo para todos aquellos lectores que no dominen mínimamente la lengua de Shakespeare. Mientras las editoriales españolas permanecen ciegas, mudas y sordas ante una hipotética traducción, sólo queda el derecho al pataleo y esperar que este tipo de libros musicales que tanto abundan en el mercado internacional, se vayan editando paulatinamente.
Por otro lado, el interés por el libro dependerá de hasta qué punto nos atraiga la escena house francesa de los años 90. Personalmente he seguido durante los últimos años las evoluciones musicales de AIR y Daft Punk, que a la postre han sido los artistas que han logrado mayor éxito y proyección internacional, y en mucha menor medida algo del trabajo de Laurent Garnier y el de François Kevorkian. A otros músicos como Etienne de Crécy o St. Germain los he escuchado de un modo ocasional y poco receptivo por mi parte. Por este motivo una obra como French Connections cobra trascendencia y supone una buena excusa para quitarnos de encima viejos prejuicios y descubrir a los artistas de la inquieta escena house francesa a través de una obra considerada como la Biblia del género.
No hay comentarios:
Publicar un comentario