La ensoñadora portada realizada por
Jean Auguste Ringard para el álbum homónimo del dúo francés Space Art. |
Bien entrada la década de los 70, los franceses podían alardear de tener una historia de la música electrónica rica en todos los planos. Los avances tecnológicos acaecidos antes de la Segunda Guerra Mundial vieron el nacimiento del ondes Martenot y las invenciones de Givelet y Coupleux, entre otras. Tras la guerra se pusieron en práctica los nuevos conceptos estéticos teorizados en la 'musique concrète' por parte de Pierre Schaeffer, desarrollada por éste, Pierre Henry y decenas de compositores más desde los años 50. Asimismo contaban en su haber con dos de los centros más importantes de investigación musical de vanguardia a nivel mundial, el GRM y el IRCAM (inaugurado en 1977).
A pesar de estas importantes contribuciones a la historia del sonido electrónico, en la segunda mitad de los 70 todavía no se había producido una pieza musical electrónica concebida desde la misma Francia que arraigara entre el gran público, que permanecía totalmente ajeno a todo lo que se estaba fraguando musicalmente alrededor del sintetizador en aquel país. A diferencia de lo sucedido en la vecina Alemania con la 'Kosmische Musik', no existía una escena de música electrónica francesa como movimiento artístico autóctono más o menos cohesionado. El epicentro musical era París y por aquel entonces no parecía probable que de los primeros experimentos electrónicos 'underground' del grupo Heldon y Richard Pinhas, o de los algo más 'mainstream' de Richard Vimal o Zanov, pudiera surgir alguna composición que conectara con un público mayoritario.
A pesar de estas importantes contribuciones a la historia del sonido electrónico, en la segunda mitad de los 70 todavía no se había producido una pieza musical electrónica concebida desde la misma Francia que arraigara entre el gran público, que permanecía totalmente ajeno a todo lo que se estaba fraguando musicalmente alrededor del sintetizador en aquel país. A diferencia de lo sucedido en la vecina Alemania con la 'Kosmische Musik', no existía una escena de música electrónica francesa como movimiento artístico autóctono más o menos cohesionado. El epicentro musical era París y por aquel entonces no parecía probable que de los primeros experimentos electrónicos 'underground' del grupo Heldon y Richard Pinhas, o de los algo más 'mainstream' de Richard Vimal o Zanov, pudiera surgir alguna composición que conectara con un público mayoritario.
Sin embargo, inesperadamente, a lo largo de 1977 los 'hit parades' de varios países europeos se verían sacudidos por tres singles basados en la música electrónica procedentes de Francia. Los tres nombres que estaban destruyendo tópicos eran el grupo de música disco electrónica Space con su hit "Magic Fly", el joven compositor Jean Michel Jarre con su single "Oxygène IV", y por último y circunscribiéndose sobre todo a Francia, un dúo de músicos de sesión que se hacían llamar Space Art, con su éxito "Onyx".
Space Art. Dominique Perrier (izq.), y Roger Rizzitelli (dcha.), tal y como aparecen en el LP Le Voyageur Immobile (1976), del grupo Bahamas. |
Durante el desarrollo de aquellas grabaciones tendrían lugar tres hechos de gran importancia para la carrera de ambos músicos. Por un lado, Christophe le daría a conocer a Dominique Perrier las singularidades del novedoso sintetizador ARP Odyssey, que pasaría a ser el principal instrumento en sus futuros proyectos discográficos y del que se convertiría en un gran conocedor. Al mismo tiempo trabajarían junto al productor Francis Dreyfus, y de la mano de éste entrarían en contacto con un prometedor músico que se estaba haciendo un hueco en la industria discográfica francesa como compositor y letrista llamado Jean Michel Jarre.
Christophe adoptaría a Perrier y Rizzitelli dentro de su formación de estudio y directo, y en 1974 volverían a coincidir todos en la grabación de Les Mots Bleus, otro gran éxito del cantante de ascendencia italiana, refrendado en el mítico doble LP en vivo Olympia (Les Disques Motors, 1975), registrado las noches del 26 y 27 de noviembre de 1974 en la famosa sala parisina, al que siguió el no menos legendario álbum Samouraï (Les Disques Motors, 1976).
A esas alturas, Perrier y Rizzitellí ya eran algo así como músicos residentes de los Studios Ferber, en donde se habían grabado todos los LP de estudio de Christophe de aquel período, y habían hecho buenas migas con el bajista Didier Batard y el guitarrista Patrice Tison. Los cuatro sesionistas decidieron formar un grupo temporal bajo la denominación de Bahamas, que llevó a cabo el álbum de rock progresivo Le Voyageur Immobile (Les Disques Motors, 1976), con Batard y Tison aportando también las voces solistas. Tras la publicación, Batard pasaría a formar parte del grupo Heldon mientras Tison continuaría su infatigable labor como solicitado guitarrista de sesión en incontables proyectos musicales.
Sin nuevos proyectos en el horizonte a corto plazo, Perrier y Rizzitelli se encontraban con el estudio A de Ferber -apodado 'la cathédrale' por su gran tamaño y su acústica-, a su disposición, por lo que empezaron a experimentar con los instrumentos que formaban parte del equipo del local de grabación, casi como una necesidad, una evasión para los dos amigos tras tantos años ininterrumpidos participando en trabajos ajenos.
El álbum fue grabado en 24 pistas, de hecho Ferber fue el primer estudio francés equipado con grabadoras de estas características, en el que participó el mismo personal que había trabajado en los álbumes previos de Christophe y Bahamas, es decir, Jacques Dutillet, Joël Atlan e Yves Galli, y fue mezclado por René Ameline, propietario del estudio, y un ingeniero de sonido de reconocido prestigio en Francia.
La instrumentación utilizada en las sesiones de grabación fue algo extraña, dado que se componía exclusivamente del equipo disponible en el estudio Ferber. A la batería Rogers y las percusiones de "Bunny" Rizzitelli se unieron el sintetizador ARP Odyssey, un Mellotron, y los órganos Eminent 310 y Hammond B3 por parte de Perrier. Una de las particularidades de este proyecto es que en él no hay una sola línea secuenciada y los contados fragmentos en los que en apariencia se utilizan secuenciadores fueron totalmente ejecutados a mano por parte de Perrier. Lo mismo puede decirse de Rizzitelli, que no utilizó los automatismos propios de las cajas de ritmos y se concentró exclusivamente en insuflar carácter y vida propia a los temas con su batería.
Los estilos de Perrier y Rizzitelli se acoplaban bien por lo que el método de trabajo era básicamente grabar largas sesiones de improvisación de ambos músicos en el estudio. Con los fragmentos más interesantes extraídos de las mismas se procedió a darles forma, con los habituales 'overdubs', arreglos y correcciones, hasta completar los siete cortes que finalmente formaron parte del LP. El primer proyecto discográfico propio en el que se embarcaban Perrier y Rizzitelli se había materializado en apenas quince días de intenso trabajo.
El dúo firmó un contrato de distribución con el sello Carrere, una mítica discográfica francesa especializada en 'chanson française' en los 60 y orientada sobre todo hacia la música disco durante los años 70, que los acogió en un heterogéneo y fugaz subsello llamado IF Records. Poco antes de la publicación del álbum en la primavera de 1977, Perrier tuvo la corazonada de que el disco tendría éxito.
A esas alturas, Perrier y Rizzitellí ya eran algo así como músicos residentes de los Studios Ferber, en donde se habían grabado todos los LP de estudio de Christophe de aquel período, y habían hecho buenas migas con el bajista Didier Batard y el guitarrista Patrice Tison. Los cuatro sesionistas decidieron formar un grupo temporal bajo la denominación de Bahamas, que llevó a cabo el álbum de rock progresivo Le Voyageur Immobile (Les Disques Motors, 1976), con Batard y Tison aportando también las voces solistas. Tras la publicación, Batard pasaría a formar parte del grupo Heldon mientras Tison continuaría su infatigable labor como solicitado guitarrista de sesión en incontables proyectos musicales.
Sin nuevos proyectos en el horizonte a corto plazo, Perrier y Rizzitelli se encontraban con el estudio A de Ferber -apodado 'la cathédrale' por su gran tamaño y su acústica-, a su disposición, por lo que empezaron a experimentar con los instrumentos que formaban parte del equipo del local de grabación, casi como una necesidad, una evasión para los dos amigos tras tantos años ininterrumpidos participando en trabajos ajenos.
El proyecto que acababan de emprender rápidamente fue tomando forma y el nombre del grupo surgió a partir de una visita que hizo Roger Rizzitelli al parque de atracciones Foire du Trône de París, en donde le llamó la atención la atracción Spuk im Spessart, el famoso tren fantasma. Rizzitelli sugirió el nombre de 'Spessart' para el grupo, denominación que a Perrier fonéticamente le sonó como Space Art, que en última instancia se convirtió en el nombre artístico del dúo.
El álbum fue grabado en 24 pistas, de hecho Ferber fue el primer estudio francés equipado con grabadoras de estas características, en el que participó el mismo personal que había trabajado en los álbumes previos de Christophe y Bahamas, es decir, Jacques Dutillet, Joël Atlan e Yves Galli, y fue mezclado por René Ameline, propietario del estudio, y un ingeniero de sonido de reconocido prestigio en Francia.
La instrumentación utilizada en las sesiones de grabación fue algo extraña, dado que se componía exclusivamente del equipo disponible en el estudio Ferber. A la batería Rogers y las percusiones de "Bunny" Rizzitelli se unieron el sintetizador ARP Odyssey, un Mellotron, y los órganos Eminent 310 y Hammond B3 por parte de Perrier. Una de las particularidades de este proyecto es que en él no hay una sola línea secuenciada y los contados fragmentos en los que en apariencia se utilizan secuenciadores fueron totalmente ejecutados a mano por parte de Perrier. Lo mismo puede decirse de Rizzitelli, que no utilizó los automatismos propios de las cajas de ritmos y se concentró exclusivamente en insuflar carácter y vida propia a los temas con su batería.
Dominique Perrier y Roger Rizzitelli en el estudio en los años 70. |
El dúo firmó un contrato de distribución con el sello Carrere, una mítica discográfica francesa especializada en 'chanson française' en los 60 y orientada sobre todo hacia la música disco durante los años 70, que los acogió en un heterogéneo y fugaz subsello llamado IF Records. Poco antes de la publicación del álbum en la primavera de 1977, Perrier tuvo la corazonada de que el disco tendría éxito.
El álbum Space Art se abre con la pieza estrella, el single "Onyx", que alcanzó el puesto 11 de la lista francesa en abril de 1977, y la número 36 en la lista general de singles de más éxito en aquel país ese año registrando más de 772.000 copias vendidas. En el 'hit parade' holandés alcanzó el número 22 en julio, y aunque el tema fue lanzado en otros mercados europeos como Alemania, Portugal, Grecia, Italia o Bélgica, no se conservan datos fiables sobre su repercusión en las listas de esos países. Tampoco hubo suerte con el exigente mercado británico, en donde los temas "Oxygène IV" y "Magic Fly" cosecharon sendos números 4 y 2 en la lista de singles en octubre de 1977, y le ganaron claramente la partida a "Onyx", que en las mismas fechas no pudo entrar entre los 50 primeros hits, logrando sólo la virtual posición 58 (en aquella época sólo existía el Top 50).
Quizá "Onyx" no era un hit tan evidente como los de Jarre y Space, no obstante, en cualquier caso se trata de un tema de electrónica sinfónica, con una melodía algo decadente a la vez que misteriosa, destacando el inteligente uso que hace Perrier del ARP Odyssey en la programación de timbres originales y en los arreglos. En esta pieza también resalta, como a lo largo de todo el álbum, la particular sonoridad de la batería de Rizzitelli y su modo muy imaginativo de interpretarla.
El segundo tema "Naissance de Cassiopée" también presenta un marcado sinfonismo mezclado con fragmentos de ambiente entre misterioso y cósmico con cierto regusto de banda sonora, configurando sin duda uno de los cortes más destacados del álbum en el que de nuevo encontramos a un excelente Rizzitelli con las baquetas. Por su parte "Interlune" es una breve pieza experimental, en la que pareciera que los músicos estaban realizando pruebas de sonido con sus instrumentos, sin mayor trascendencia.
El segundo tema "Naissance de Cassiopée" también presenta un marcado sinfonismo mezclado con fragmentos de ambiente entre misterioso y cósmico con cierto regusto de banda sonora, configurando sin duda uno de los cortes más destacados del álbum en el que de nuevo encontramos a un excelente Rizzitelli con las baquetas. Por su parte "Interlune" es una breve pieza experimental, en la que pareciera que los músicos estaban realizando pruebas de sonido con sus instrumentos, sin mayor trascendencia.
El siguiente tema es "Axius", la cara B del single "Onyx", que se inicia con una tensa y potente secuencia que transmite urgencia y dramatismo, remarcada por la espectacular batería de Rizzitelli, que acentúa más si cabe la melodía principal, que avanza hacia senderos jazzísticos y psicodélicos, con algunos solos que recuerdan lejanamente a experimentos en la onda de la pieza “Main Sequence” de Albedo 0.39 (RCA, 1976), del griego Vangelis. A continuación le sigue "Aquarella", un tema basado en una secuencia simple de bajo sintetizado, arropada por multitud de efectos de tesitura vocal y acordes sinfónicos, sobre los que se desarrolla una esporádica melodía de tonos misteriosos, que podría encajar perfectamente en un film de ese género, y que concluye con distorsión.
En "Ode à Clavius" nos encontramos con el tema más largo del álbum, en el que una melodía de claro sabor neoclásico y sinfónico es la protagonista. La concepción sonora y los arreglos recuerdan sobremanera al Synergy del tema "Château" del álbum Sequencer (Passport Records, 1976), quizá con una materialización menos compleja, pero igualmente disfrutable. Tras esa primera impresión el tema avanza hacia un sonido robótico muy característico en la secuencia con claras conexiones 'disco', en la que se entretejen varias capas, que se alternan con el sinfonismo del comienzo con trazos melódicamente más experimentales. En esta pieza, las percusiones de Rizzitelli están más atenuadas por los efectos, consiguiendo que suenen en todo momento como si fueran pasajes ejecutados con una caja de ritmos.
Con "Laser en novembre" finaliza el LP original. En un ambiente tenebroso que en su desarrollo recupera la melodía misteriosa del tema "Aquarella". Es con diferencia la pieza en la que más destacan los sonidos de órgano, en medio de 'tone clusters' de órgano, creando un muro cacofónico en su tramo intermedio, muy de la etapa psicodélica de Pink Floyd, avanzando sin embargo hacia una improvisada y extraña melodía de tintes robóticos en su parte final, configurando el que es sin duda uno de los cortes más experimentales del álbum.
Tras la publicación del álbum las previsiones de Perrier se cumplieron y el éxito llamó a las puertas de Space Art. Según el sintesista, la llamativa portada, obra del artista Gilles Lacombe bajo el alias de Jean-Auguste Ringard, contribuyó de manera notable al éxito de ventas del álbum, que alcanzó alrededor de dos millones de copias. No obstante Perrier y Rizzitelli nunca tuvieron interés en hacerse famosos y mucho menos en hacer carrera con un proyecto musical que había nacido sin ambiciones concretas, sino como fruto de una gran amistad y las ganas de experimentar. Pero el éxito sobrepasó las expectativas, y el dúo debía realizar apariciones televisivas y fotografías promocionales típicas en estos casos. En su pretensión de huir de los focos y mantener el misterio sobre sus identidades, Ringard, les sugirió la idea de que se disfrazaran con trajes ignífugos, algo que a todas luces les ayudaría a mantener el anonimato y que al mismo tiempo llamaría también la atención del público.
Tras la publicación del álbum las previsiones de Perrier se cumplieron y el éxito llamó a las puertas de Space Art. Según el sintesista, la llamativa portada, obra del artista Gilles Lacombe bajo el alias de Jean-Auguste Ringard, contribuyó de manera notable al éxito de ventas del álbum, que alcanzó alrededor de dos millones de copias. No obstante Perrier y Rizzitelli nunca tuvieron interés en hacerse famosos y mucho menos en hacer carrera con un proyecto musical que había nacido sin ambiciones concretas, sino como fruto de una gran amistad y las ganas de experimentar. Pero el éxito sobrepasó las expectativas, y el dúo debía realizar apariciones televisivas y fotografías promocionales típicas en estos casos. En su pretensión de huir de los focos y mantener el misterio sobre sus identidades, Ringard, les sugirió la idea de que se disfrazaran con trajes ignífugos, algo que a todas luces les ayudaría a mantener el anonimato y que al mismo tiempo llamaría también la atención del público.
Space Art en una actuación de televisión en 1977. |
Sea como fuere, para la portada de su siguiente álbum Trip In The Center Head (1977), Ringard utilizaría el motivo iconográfico del casco del traje como imagen distintiva del grupo. Curiosamente, esta moda de tintes carnavalescos sería de nuevo adoptada dos décadas más tarde y también en Francia por el dúo Daft Punk para sus fotografías promocionales y sus apariciones en concierto.
En 1998, poco más de veinte años después saldría al mercado la primera edición de Space Art en CD por parte del sello parisino Spalax Music, especializado en la recuperación de clásicos -en muchos casos inéditos-, del rock psicodélico, el 'krautrock' y la música electrónica. Esta versión del álbum, excelentemente masterizada a partir de vinilo, incluye los temas adicionales "Sky Walk" y "Convoi", registrados con bastante posterioridad al LP original, probablemente en los años 90, y compuestos por Perrier y su compañero en el grupo de música techno-celta Stone Age, el bajista Michel Valy. En el caso de "Sky Walk", a pesar de tratarse de una pieza significativamente más moderna, respeta bastante el carácter sonoro y las cualidades melódicas del resto de composiciones, derrochando sinfonismo. Por su parte "Convoi" es una brevísima pieza secuencial sin mucha historia.
Por último en 2009 apareció una nueva remasterización de Space Art realizada por Patrick Pelamourgues y editada por C.ZEN Prod que incluye dos temas diferentes a los 'bonus track' de la edición de 1998. En esta ocasión se trata del excelente “Psychosomatic” perteneciente al álbum Trip In The Center Head (1977), y de una versión remezclada con destino a la pista de baile de “Onyx” denominada “Diakar Onyx Remix”.
La música de Space Art se ha definido a menudo como electrónica progresiva y no les falta razón a los que le ponen esa etiqueta, sobre todo si miramos en retrospectiva los tres álbumes del grupo. Se trata en cualquier caso de un sonido a caballo entre muchos estilos, un cruce de caminos en el que confluyen influencias palpables de las etapas psicodélica y sinfónica de Pink Floyd, los magmas electroacústicos del Vangelis de sus primeros álbumes grabados con órganos, el jazz, reminiscencias de la música planeadora, una pizca de sonido 'disco', algo de 'muzak', o ecos de la electrónica de François de Rubaix, músico con el que Perrier trabajó como arreglista en dos bandas sonoras a finales de los años 60.
Sin duda, Space Art es el álbum más experimental de los tres que componen la corta carrera discográfica del dúo a la vez que el de más éxito. Se trata de una obra más espontánea, aunque también la menos pulida, pero que suena muy viva gracias al método más directo de trabajar las piezas adoptado por el dúo. Todo ello hace que a día de hoy, y no sin razón, esté considerado como un pequeño clásico entre los discos pioneros de la música electrónica comercial francesa de los años 70.
No deja de ser extraño, sin embargo, que Trip In The Center Head (1977), un LP más abiertamente comercial y más centrado desde el punto de vista compositivo y a nivel de producción que Space Art, no obtuviera el mismo reconocimiento por parte del público, mientras que Play Back (Carrere, 1980), es una pequeña joya todavía por descubrir, situada a medio camino entre el rock sinfónico, el jazz, el pop y la música electrónica, que nunca se ha valorado en su justa medida.
Ciertamente, una de las constantes que se repitió entre los artistas franceses del sintetizador surgidos en los años 70, fue la brevedad de sus respectivas carreras musicales. Dejando de lado a músicos consagrados y con carreras consolidadas como Jean Michel Jarre, Richard Pinhas, o en otra órbita Space, todos los demás que hicieron del sintetizador su principal instrumento de expresión disfrutaron de escasa suerte y una trayectoria discográfica más bien corta. Space Art sólo fueron la cabeza visible de toda una generación de ángeles caídos del sonido electrónico francés. Nombres como los de Frédéric Mercier, Didier Bocquet, Richard Vimal, Bernard Szajner, Jean-Pierre Thanès, Zanov, Serge Ramses y tantos otros, demostraron que había mucha y buena música electrónica en Francia, pero desgraciadamente acabaron relegados al olvido.
Me encanta este disco!!! Hablando de franceses, ¿conoces a Philippe Guerre? Llegó unos añitos más tarde (en el 81) y sólamente publicó dos vinilos llamados "Concerto Por La Mort D´Un Clown" (81) y "Cristal" (85). El estilo de ambos discos es melódico, parecido a Joel Fajerman.
ResponderEliminarSaludos!!!
Hola David. El nombre me suena, quizá de algún disco de "library music", pero no creo haber escuchado nada suyo en solitario y tampoco esos dos álbumes que mencionas. Los buscaré.
ResponderEliminarCiertamente de un tiempo a esta parte estoy bastante interesado por la música electrónica francesa de los 70. Ni siquiera los propios franceses se han molestado en documentar adecuadamente ese período, y no hay apenas referencias bibliográficas que nos den alguna pista (que alguien publicara un libro dedicado al tema sería un milagro). Una lástima. Con estos comentarios discográficos de Audionautas como el de Vimal, el de Fajerman o el de Space Art intento ir poniendo piezas en el puzzle.
En los próximos meses espero ir añadiendo más.
Un saludo
Pablo/Audionaut