Portada del álbum L'Éthique (1982) del francés Richard Pinhas. |
Nada más lejos de sus intenciones. Una vez finiquitado Heldon, un paréntesis de relativo sosiego marcaría los dos años que transcurrirían entre la publicación de East West y su siguiente proyecto discográfico. Entre tanto, sus trabajos para terceros, ya fuera como músico de sesión y/o productor, también serían algo más tranquilos de lo acostumbrado dentro del frenesí que había presidido las actividades del guitarrista durante la última década. Su participación más destacada tendría lugar produciendo el álbum Bébé Godzilla (Cy Records, 1981), un elepé de jazz rock de su amigo Patrick Gauthier, ex-teclista de Heldon y Weidorje, que se grabó entre noviembre y diciembre de 1980 en el Studio Ramsès, en el que Pinhas se encargaría también de la guitarra eléctrica en los temas "Bébé Godzilla" y "Nör" -pieza compuesta para un hipotético segundo álbum de Weidorje que jamás se grabaría-, y del sintetizador en el curioso "Mixtur-Trautonium", corte sin ninguna relación, más allá del nombre, con el instrumento electrónico desarrollado por el alemán Oskar Sala.
A pesar del trabajo a tiempo completo que Pinhas venía desempeñando en la música, su interés por la filosofía no había hecho más que aumentar. Desde que en 1974 Pinhas obtuviera su doctorado en filosofía por la Universidad de La Sorbona con una tesis titulada "Le rapport entre la schizoanalyse et la science-fiction" bajo la dirección de Jean-François Lyotard, esta disciplina había tenido un reflejo directo tanto en sus trabajos firmados como Heldon como en aquellos que llevaban su propia rúbrica.
La estrecha relación que había establecido Pinhas durante sus estudios -prácticamente de maestro y discípulo-, con Gilles Deleuze, filósofo postestructuralista y una de las mentes más brillantes de su generación, le habían llevado en 1972 a invitar a su profesor a recitar un texto muy pesimista de Friedrich Nietzsche sobre la lucidez del alma para el single "Le Voyageur"/"Torcol". El tema, que alcanzaría cierta repercusión en determinados círculos 'underground', formaría parte de su fugaz proyecto de rock psicodélico Schizo junto a sus amigos Patrick Gauthier y Pierrot y Coco Roussel, predecesores de lo que terminaría desembocando en la formación de Heldon en 1974. "Le Voyageur" sería incluida dos años más tarde en el álbum de debut de Heldon Électronique Guerilla (Disjuncta, 1974), bajo el nombre de "Ouais, Marchais, Mieux Qu'en 68".
Entre 1971 y 1987 Deleuze impartiría una serie de multitudinarios cursos en la Université Paris 8 Vincennes-Saint Denis en los que a lo largo de los años se reflexionaría acerca del cine, la música, la pintura, sobre los conceptos de tiempo y materia, pero muy especialmente sobre el pensamiento de algunos célebres filósofos como Nietzsche, Kant, Leibniz y Spinoza. Obsta decir que Richard Pinhas asistiría de manera regular a dichos cursos y participaría activamente en ellos.
Precisamente el filósofo neerlandés de origen sefardí portugués Baruch Spinoza (1632-1677), y en especial su obra más importante, Ética, será objeto de reflexión por parte de Gilles Deleuze en los cursos de Vincennes que se desarrollarán entre diciembre de 1980 y marzo de 1981.
La inmersión de Pinhas en la filosofía, su estrecha amistad con Deleuze y su interés por la obra de Spinoza le darían la excusa perfecta para afrontar su siguiente reto discográfico; L'Éthique.
El filósofo francés Gilles Deleuze durante la grabación del tema "Le Voyageur" del grupo Schizo en 1972. |
No obstante, la carrera de Pinhas en solitario parecía ir por otros derroteros, aportando un enfoque más aperturista y menos circunscrito a un formato musical basado en el rock. La producción del guitarrista parisino había abrazado en ocasiones posiciones cercanas a las de Heldon, pero también postulados diametralmente opuestos, como el 'ambient', el 'minimalismo' así como experimentos próximos al pop electrónico.
Sin embargo, inadvertidamente, Pinhas parecía estar alcanzando también el final de esa travesía de investigación sonora para su proyecto en solitario cuando empezó a trabajar en L'Éthique.
Las sesiones de grabación del quinto álbum de Richard Pinhas se desarrollaron durante los meses de junio, julio y octubre de 1981 en el Studio Ramsès en París. Según el artista "no fue el álbum más fácil de componer pero trabajamos cada día y se terminó con tiempo gracias a la colaboración de todos mis amigos músicos".
Ciertamente L'Éthique volvía al esquema de trabajo coral con un actor principal (Pinhas) y una 'troupe' de excepción, tal y como ya había sucedido en East West (Pulse, 1980), en esta ocasión con la incorporación al bajo de Bernard Paganotti en sustitución de Didier Batard, al que se sumaba el destacado papel que asumiría Jean-Philippe Goude como arreglista y encargado de la percusión y el Minimoog. Sin duda la ausencia más significativa sería la del batería François Auger, que por esas fechas andaba embarcado como músico a sueldo en grabaciones para diversos artistas de pop/rock francés, y que para la ocasión sería sustituido por Clément Bailly, otro baterista de sesión de dilatada experiencia. En esencia la banda que había conseguido reunir Pinhas era una síntesis de lo más granado del rock underground francés de los años 70, con miembros que habían militado en Heldon, Magma y Weidorje.
En el apartado técnico Jean-Louis Rizet asumiría el puesto de ingeniero de sonido principal y sus amplios conocimientos musicales como arreglista de cuatro temas del álbum, mientras Laurent Peyron ejercería las funciones de segundo ingeniero. Cabe recordar que en 1975 Rizet formó parte del colectivo de música electrónica experimental Pôle, y que con ese mismo nombre y el mismo año publicó un doble álbum firmado a dúo con Philippe Besombes en una onda de rock electrónico/'krautrock' publicado por el efímero sello Pôle Records. Por su parte Peyron ya había tomado parte junto a Rizet y Richard Pinhas en la grabación de diversos álbumes en el Studio Ramsès como K-Priss (Ramsès/Polydor, 1980), de Georges Grünblatt, Ektakröm Killer (Epic, 1980), de Video Liszt, y Bébé Godzilla (Cy Records, 1981), de Patrick Gauthier.
El equipo se completaría con Gilles Barthoulet en labores de ayudante de sesión y asistente técnico con los sintetizadores, además de ejercer como co-productor ejecutivo junto a Olivier Lamit, este último compañero de aventuras durante las estancias que Pinhas había empezado a disfrutar en Val-d'Isère practicando parapente, paracaidismo y ski, entre otros deportes. Tanto Lamit -que en L'Éthique llevaría a cabo su única incursión en una grabación discográfica-, como Pinhas, ejercerían además como productores del álbum.
Los invitados de excepción en el elepé serían, por un lado, el filósofo Gilles Deleuze que se encargaría de los recitados en "L'Éthique (Part 1)" y "L'Éthique (Part 3)", Patrick Gauthier, que contribuiría al Minimoog en "Dedicated To K.C." y "The Western Wall (Part 1)", mientras el antiguo colaborador de Heldon Georges Grünblatt desarrollaría el solo de Minimoog del tema "The Western Wall (Part 2)".
Los cambios de personal en su grupo de músicos habituales no serían los únicos cambios que afrontaría Pinhas de cara a la grabación de L'Éthique. Quedaban ya lejanos los tiempos de los primeros discos de Heldon en los que la guitarra eléctrica Gibson Les Paul, dos magnetófonos de bobina abierta Revox, más los sintetizadores ARP 2600 y EMS Synthi AKS eran la base del entramado sonoro. A comienzos de los años 80 el artista parisino había pasado a otro nivel tecnológicamente más avanzado.
En los ocho años previos a la publicación de L'Éthique el equipo de estudio de Richard Pinhas había ido experimentando un progresivo incremento. La adquisición de los sintetizadores Moog System 12/15, Moog System 55, Moog Polymoog, SCI Prophet 10, RSF Kobol Expander y E-Mu Modular, entre otros, habían supuesto un considerable desembolso para el artista. De hecho, cuando la revista británica E&MM publicó en septiembre de 1982 una entrevista con Pinhas, éste afirmó que en su estudio había "más de 40.000 libras en material", cantidad que a día de hoy, teniendo en cuenta la inflación, sería de aproximadamente 136.000 euros.
Los avances tecnológicos en materia de instrumentos electrónicos se sucedían con inusitada celeridad, y en los albores de los años 80 muchos músicos que como Pinhas habían hecho del sintetizador su principal herramienta de creación, se encontraban anhelantes ante las perspectivas que se abrían con el advenimiento de la novedosa tecnología digital. Las declaraciones del guitarrista a la revista E&MM en 1982 bien podían servir como sumario del pensamiento predominante entre los músicos de la época, así como también de oportuno epitafio para el mundo analógico: "Estoy realmente interesado en todo el asunto digital. Tengo mucho que aprender porque los sintetizadores digitales todavía están en su fase inicial. Mientras que con un sintetizador analógico a gente como Klaus Schulze, Tangerine Dream o yo mismo ya no nos queda nada por aprender. Nos encontramos al final de la era analógica". "(...) A principios de los años 70 hubiera tardado media hora en encontrar un sonido nuevo. Ahora me lleva dos meses, porque todos los sonidos ya los han hecho Tangerine Dream, Klaus Schulze, Brian Eno y Heldon".
Parecía el signo de los tiempos, tal y como resumió de forma tan premonitoria el alemán Klaus Schulze en su tema "Death Of An Analogue" del álbum Dig It (Brain, 1980), una marcha fúnebre digital dedicada al fin de una era y al mismo tiempo un contenido grito de júbilo ante el comienzo de una nueva.
Sin embargo los primeros sintetizadores digitales comerciales no estaban al alcance de todos los bolsillos, habida cuenta sus prohibitivos precios. El sintetizador digital aditivo Crumar GDS (27.500 dólares), el sampler/sintetizador Fairlight CMI I (de 25.000 a 36.000 dólares), y la 'workstation' digital/sampler NED Synclavier II (entre 35.000 y 70.000 dólares según configuración), eran algunos de los instrumentos que músicos como Klaus Schulze, Wendy Carlos, Jean Michel Jarre o Kraftwerk estaban incorporando a sus producciones.
Para no perder el ritmo que marcaba la tecnología, y después de su tímida experiencia en East West con la síntesis digital, en L'Éthique Pinhas comenzaría a utilizar de un modo regular el PPG Wave 2, un sintetizador digital basado en la síntesis por tabla de ondas o 'wavetable synthesis', recién salido al mercado en el momento de la grabación del álbum y que tenía un precio de venta de alrededor de 39.500 francos franceses (aproximadamente 14.000 euros al cambio actual). Además de por su precio, más económico, Pinhas se decantó por el PPG Wave porque consideró que la tecnología desarrollada por su creador, el ingeniero alemán Wolfgang Palm "era mucho más avanzada" y más novedosa respecto a la desplegada por los australianos Peter Vogel y Kim Ryrie en el Fairlight.
La elección de Pinhas no era trivial. La primera encarnación del PPG Wave utilizada en L'Éthique era un sintetizador digital polifónico de ocho voces limitado a un solo oscilador por voz. A diferencia de otros sintetizadores contemporáneos sólo capaces de seleccionar entre cuatro o cinco formas de onda por oscilador, el Wave 2 -y ahí residía su gran novedad-, ofrecía 64 formas de onda en cada una de sus 32 tablas de onda (o memorias en ROM), lo que sumaban un total de 2.048 sonidos disponibles por oscilador. Las tablas de ondas podían ser 'samples' o generadas por medio de algoritmos matemáticos, con lo que su complejidad era mayor que las formas de onda analógicas corrientes. El sonido resultante, con una pobre definición de 8-bit no dio un gran resultado sonoro por lo que Palm decidió añadir modulación analógica por medio de un VCF y un VCA, que dotarían al instrumento de un sonido singular, muy cálido, que a la postre lo erigiría en protagonista estelar de muchas producciones célebres de pop/rock a lo largo de los años 80.
Aunque el PPG Wave también incluía un secuenciador digital de ocho pistas, para L'Éthique Richard Pinhas prefirió darle un uso intensivo a la avanzada y potente unidad E-Mu 4060 Microprocessor Polyphonic Keyboard/Sequencer del E-Mu Modular (a la que el músico se refiere habitualmente como "E-mu Computer"), capaz de almacenar hasta seis mil notas en sus dieciséis canales y hasta 36.000 en un solo 'floppy disk'. La capacidad del E-mu 4060 para gestionar dieciséis pistas de manera simultánea le ofrecía al compositor la posibilidad de crear y modificar timbres en tiempo real mientras la pieza se estaba ejecutando, así como desarrollar complejas composiciones multipistas.
Esta disposición le conferirá al álbum un carácter más estructurado que el que está presente en trabajos anteriores: "El álbum fue muy 'compuesto', con cada nota (excepto las partes solistas), escrito y grabado en el E-mu (...). Por ejemplo, "The Western Wall" fue hecho de ese modo. Todas las partes de "L'Éthique fueron grabadas pista a pista y Jean Philippe Goude hizo toda la percusión a mano, pista a pista, así que fue muy específico. Por lo general grabamos instrumento tras instrumento... cada sintetizador detrás del otro", afirmaría el músico.
En una entrevista concedida a la revista francesa Claviers y aparecida en el número de agosto de 1981, Pinhas manifestaba entusiasmado: "Tengo el mejor sintetizador del mundo: el sistema E-mu. De hecho no tengo mucho más. El equipo E-mu, con sus dieciséis canales, me permite controlar dieciséis sintetizadores distintos y encadenar secuencias en tiempo real, hacer un montón de cosas. Es un producto americano que tiene tres años y que poseen músicos como Frank Zappa, pero que no es muy común en Europa: Kraftwerk tiene que venir a casa para verlo. Sin embargo, el E-mu -que es una máquina con un rendimiento excepcional en analógico, con cuatro filtros distintos, una cabina modular completa, una fiabilidad a toda prueba y posibilidades equivalentes a cuatro Moog 55-, no tiene el sonido del Moog. Nadie alcanza esa textura sonora, tan hermosa, tan especial. Además de Moog y E-mu, también tengo un Prophet 10. El secuenciador del E-mu me da grupos de seis mil notas en floppy disk (o disquete: un disco magnético del tamaño de un 45 rpm), con dieciséis voces polifónicas que uso continuamente".
Lo cierto es que el santuario electrónico del músico francés ubicado en el Studio Ramsès constaba también del Moog Polymoog, RSF Kobol Expander, Moog System 12/15 (esencialmente un System 12 con algunos módulos propios del 15), con el que se generaron todos los sonidos de percusión electrónica del álbum, y EMS Vocoder 1000 con el que se procesó la voz de Gilles Deleuze.
En lo que respecta a la guitarra eléctrica, Pinhas utilizó en L'Éthique la Roland G-808 Guitar Synthesizer Controller, esta última, según el propio músico, "por orden" de Robert Fripp, además de su inseparable Travis Bean TB1000 que ha venido utilizando hasta la actualidad.
Con esta disposición instrumental y de personal L'Éthique se abre con la parte primera de la pieza homónima interpretada por Pinhas a la guitarra y sintetizadores, Gilles Deleuze recitando a través del vocoder y Jean Philippe Goude con el solo de Minimoog y la percusión acústica. El tema forma parte de una suerte de suite dividida en cuatro segmentos intercalados a lo largo del álbum "(...) la pieza musical fue escrita de ese modo... como una especie de progresión... o regresión... en cualquier caso cuatro partes que forman un todo", confirmaría el músico.
Así describía Pinhas para E&MM la supuesta simplicidad tecnológica de la pieza "L'Éthique (Part 1)": "en las primeras piezas de L'Éthique, quería evitar el exceso de tecnología. Todos los álbumes se hicieron con un aporte técnico importante, grandes sintetizadores. Mi posición me permite tener todo lo que necesito, si quiero. Pero el primer tema es de lejos el mejor para mi. Sólo un Minimoog y una guitarra fueron suficientes para realizarlo, y tiene una fuerza mayor que todos los temas en los que pasamos un montón de tiempo. Los ritmos están tocados a mano con el Minimoog -sin secuenciador-, y queríamos tocar con la mayor simplicidad". Sin embargo, una escucha atenta nos demuestra lo contrario.
El tema se inicia con un ritmo percusivo acompañado de un bajo sintetizado, a los que pronto se suman unos rápidos arpegios propios del sonido 'wavetable' del PPG Wave (imposibles de lograr sólo con el Minimoog), a su vez arropados por unos 'pads' de cuerdas de Polymoog, y que conforman el esqueleto del tema. Sobre éste se superpone un solo guitarrístico muy característico de Pinhas, de melodía algo anárquica e intencionadamente distorsionada. Algo más allá de los cuatro minutos, todas las pistas sonoras van desapareciendo y la contribución vocoderizada de Deleuze se erige en protagonista mediante una serie de voces que se entrecruzan en un murmullo ininteligible. Entonces, un sonido grave, algo sombrío, que puede recordar al ronroneo de los motores de pistón de un aeroplano, pone punto y final a los más de seis minutos de la pieza.
En el apartado técnico Jean-Louis Rizet asumiría el puesto de ingeniero de sonido principal y sus amplios conocimientos musicales como arreglista de cuatro temas del álbum, mientras Laurent Peyron ejercería las funciones de segundo ingeniero. Cabe recordar que en 1975 Rizet formó parte del colectivo de música electrónica experimental Pôle, y que con ese mismo nombre y el mismo año publicó un doble álbum firmado a dúo con Philippe Besombes en una onda de rock electrónico/'krautrock' publicado por el efímero sello Pôle Records. Por su parte Peyron ya había tomado parte junto a Rizet y Richard Pinhas en la grabación de diversos álbumes en el Studio Ramsès como K-Priss (Ramsès/Polydor, 1980), de Georges Grünblatt, Ektakröm Killer (Epic, 1980), de Video Liszt, y Bébé Godzilla (Cy Records, 1981), de Patrick Gauthier.
El músico Georges Grünblatt hacia 1975. |
Los invitados de excepción en el elepé serían, por un lado, el filósofo Gilles Deleuze que se encargaría de los recitados en "L'Éthique (Part 1)" y "L'Éthique (Part 3)", Patrick Gauthier, que contribuiría al Minimoog en "Dedicated To K.C." y "The Western Wall (Part 1)", mientras el antiguo colaborador de Heldon Georges Grünblatt desarrollaría el solo de Minimoog del tema "The Western Wall (Part 2)".
Los cambios de personal en su grupo de músicos habituales no serían los únicos cambios que afrontaría Pinhas de cara a la grabación de L'Éthique. Quedaban ya lejanos los tiempos de los primeros discos de Heldon en los que la guitarra eléctrica Gibson Les Paul, dos magnetófonos de bobina abierta Revox, más los sintetizadores ARP 2600 y EMS Synthi AKS eran la base del entramado sonoro. A comienzos de los años 80 el artista parisino había pasado a otro nivel tecnológicamente más avanzado.
En los ocho años previos a la publicación de L'Éthique el equipo de estudio de Richard Pinhas había ido experimentando un progresivo incremento. La adquisición de los sintetizadores Moog System 12/15, Moog System 55, Moog Polymoog, SCI Prophet 10, RSF Kobol Expander y E-Mu Modular, entre otros, habían supuesto un considerable desembolso para el artista. De hecho, cuando la revista británica E&MM publicó en septiembre de 1982 una entrevista con Pinhas, éste afirmó que en su estudio había "más de 40.000 libras en material", cantidad que a día de hoy, teniendo en cuenta la inflación, sería de aproximadamente 136.000 euros.
Los avances tecnológicos en materia de instrumentos electrónicos se sucedían con inusitada celeridad, y en los albores de los años 80 muchos músicos que como Pinhas habían hecho del sintetizador su principal herramienta de creación, se encontraban anhelantes ante las perspectivas que se abrían con el advenimiento de la novedosa tecnología digital. Las declaraciones del guitarrista a la revista E&MM en 1982 bien podían servir como sumario del pensamiento predominante entre los músicos de la época, así como también de oportuno epitafio para el mundo analógico: "Estoy realmente interesado en todo el asunto digital. Tengo mucho que aprender porque los sintetizadores digitales todavía están en su fase inicial. Mientras que con un sintetizador analógico a gente como Klaus Schulze, Tangerine Dream o yo mismo ya no nos queda nada por aprender. Nos encontramos al final de la era analógica". "(...) A principios de los años 70 hubiera tardado media hora en encontrar un sonido nuevo. Ahora me lleva dos meses, porque todos los sonidos ya los han hecho Tangerine Dream, Klaus Schulze, Brian Eno y Heldon".
Parecía el signo de los tiempos, tal y como resumió de forma tan premonitoria el alemán Klaus Schulze en su tema "Death Of An Analogue" del álbum Dig It (Brain, 1980), una marcha fúnebre digital dedicada al fin de una era y al mismo tiempo un contenido grito de júbilo ante el comienzo de una nueva.
Sin embargo los primeros sintetizadores digitales comerciales no estaban al alcance de todos los bolsillos, habida cuenta sus prohibitivos precios. El sintetizador digital aditivo Crumar GDS (27.500 dólares), el sampler/sintetizador Fairlight CMI I (de 25.000 a 36.000 dólares), y la 'workstation' digital/sampler NED Synclavier II (entre 35.000 y 70.000 dólares según configuración), eran algunos de los instrumentos que músicos como Klaus Schulze, Wendy Carlos, Jean Michel Jarre o Kraftwerk estaban incorporando a sus producciones.
El sintetizador por 'wavetable synthesis' PPG Wave 2 (1981-1982) |
La elección de Pinhas no era trivial. La primera encarnación del PPG Wave utilizada en L'Éthique era un sintetizador digital polifónico de ocho voces limitado a un solo oscilador por voz. A diferencia de otros sintetizadores contemporáneos sólo capaces de seleccionar entre cuatro o cinco formas de onda por oscilador, el Wave 2 -y ahí residía su gran novedad-, ofrecía 64 formas de onda en cada una de sus 32 tablas de onda (o memorias en ROM), lo que sumaban un total de 2.048 sonidos disponibles por oscilador. Las tablas de ondas podían ser 'samples' o generadas por medio de algoritmos matemáticos, con lo que su complejidad era mayor que las formas de onda analógicas corrientes. El sonido resultante, con una pobre definición de 8-bit no dio un gran resultado sonoro por lo que Palm decidió añadir modulación analógica por medio de un VCF y un VCA, que dotarían al instrumento de un sonido singular, muy cálido, que a la postre lo erigiría en protagonista estelar de muchas producciones célebres de pop/rock a lo largo de los años 80.
Aunque el PPG Wave también incluía un secuenciador digital de ocho pistas, para L'Éthique Richard Pinhas prefirió darle un uso intensivo a la avanzada y potente unidad E-Mu 4060 Microprocessor Polyphonic Keyboard/Sequencer del E-Mu Modular (a la que el músico se refiere habitualmente como "E-mu Computer"), capaz de almacenar hasta seis mil notas en sus dieciséis canales y hasta 36.000 en un solo 'floppy disk'. La capacidad del E-mu 4060 para gestionar dieciséis pistas de manera simultánea le ofrecía al compositor la posibilidad de crear y modificar timbres en tiempo real mientras la pieza se estaba ejecutando, así como desarrollar complejas composiciones multipistas.
Esta disposición le conferirá al álbum un carácter más estructurado que el que está presente en trabajos anteriores: "El álbum fue muy 'compuesto', con cada nota (excepto las partes solistas), escrito y grabado en el E-mu (...). Por ejemplo, "The Western Wall" fue hecho de ese modo. Todas las partes de "L'Éthique fueron grabadas pista a pista y Jean Philippe Goude hizo toda la percusión a mano, pista a pista, así que fue muy específico. Por lo general grabamos instrumento tras instrumento... cada sintetizador detrás del otro", afirmaría el músico.
En una entrevista concedida a la revista francesa Claviers y aparecida en el número de agosto de 1981, Pinhas manifestaba entusiasmado: "Tengo el mejor sintetizador del mundo: el sistema E-mu. De hecho no tengo mucho más. El equipo E-mu, con sus dieciséis canales, me permite controlar dieciséis sintetizadores distintos y encadenar secuencias en tiempo real, hacer un montón de cosas. Es un producto americano que tiene tres años y que poseen músicos como Frank Zappa, pero que no es muy común en Europa: Kraftwerk tiene que venir a casa para verlo. Sin embargo, el E-mu -que es una máquina con un rendimiento excepcional en analógico, con cuatro filtros distintos, una cabina modular completa, una fiabilidad a toda prueba y posibilidades equivalentes a cuatro Moog 55-, no tiene el sonido del Moog. Nadie alcanza esa textura sonora, tan hermosa, tan especial. Además de Moog y E-mu, también tengo un Prophet 10. El secuenciador del E-mu me da grupos de seis mil notas en floppy disk (o disquete: un disco magnético del tamaño de un 45 rpm), con dieciséis voces polifónicas que uso continuamente".
Lo cierto es que el santuario electrónico del músico francés ubicado en el Studio Ramsès constaba también del Moog Polymoog, RSF Kobol Expander, Moog System 12/15 (esencialmente un System 12 con algunos módulos propios del 15), con el que se generaron todos los sonidos de percusión electrónica del álbum, y EMS Vocoder 1000 con el que se procesó la voz de Gilles Deleuze.
En lo que respecta a la guitarra eléctrica, Pinhas utilizó en L'Éthique la Roland G-808 Guitar Synthesizer Controller, esta última, según el propio músico, "por orden" de Robert Fripp, además de su inseparable Travis Bean TB1000 que ha venido utilizando hasta la actualidad.
Con esta disposición instrumental y de personal L'Éthique se abre con la parte primera de la pieza homónima interpretada por Pinhas a la guitarra y sintetizadores, Gilles Deleuze recitando a través del vocoder y Jean Philippe Goude con el solo de Minimoog y la percusión acústica. El tema forma parte de una suerte de suite dividida en cuatro segmentos intercalados a lo largo del álbum "(...) la pieza musical fue escrita de ese modo... como una especie de progresión... o regresión... en cualquier caso cuatro partes que forman un todo", confirmaría el músico.
Así describía Pinhas para E&MM la supuesta simplicidad tecnológica de la pieza "L'Éthique (Part 1)": "en las primeras piezas de L'Éthique, quería evitar el exceso de tecnología. Todos los álbumes se hicieron con un aporte técnico importante, grandes sintetizadores. Mi posición me permite tener todo lo que necesito, si quiero. Pero el primer tema es de lejos el mejor para mi. Sólo un Minimoog y una guitarra fueron suficientes para realizarlo, y tiene una fuerza mayor que todos los temas en los que pasamos un montón de tiempo. Los ritmos están tocados a mano con el Minimoog -sin secuenciador-, y queríamos tocar con la mayor simplicidad". Sin embargo, una escucha atenta nos demuestra lo contrario.
El tema se inicia con un ritmo percusivo acompañado de un bajo sintetizado, a los que pronto se suman unos rápidos arpegios propios del sonido 'wavetable' del PPG Wave (imposibles de lograr sólo con el Minimoog), a su vez arropados por unos 'pads' de cuerdas de Polymoog, y que conforman el esqueleto del tema. Sobre éste se superpone un solo guitarrístico muy característico de Pinhas, de melodía algo anárquica e intencionadamente distorsionada. Algo más allá de los cuatro minutos, todas las pistas sonoras van desapareciendo y la contribución vocoderizada de Deleuze se erige en protagonista mediante una serie de voces que se entrecruzan en un murmullo ininteligible. Entonces, un sonido grave, algo sombrío, que puede recordar al ronroneo de los motores de pistón de un aeroplano, pone punto y final a los más de seis minutos de la pieza.
La profunda huella que dejó en Pinhas el álbum Larks' Tongues In Aspic (Islands Records, 1973), y sobre todo Red (Islands Records, 1974), de King Crimson, y la influencia de la técnica instrumental de Robert Fripp en el guitarrista parisino se concretaría en la pieza "Dedicated To K.C.", el primero de tres temas del disco que presenta un concepto de banda y que se alternan con las distintas partes de "L'Éthique". Además de Pinhas a la guitarra y sintetizadores, incorpora a Paganotti al bajo, a Bailly a la batería y a Gauthier al Minimoog.
Casualmente el proceso de grabación de L'Éthique en el Studio Ramsès coincidió con una serie de conciertos ofrecidos por Robert Fripp en un pequeño restaurante del otro lado del río Sena. Pinhas y sus músicos terminaban cada día sus sesiones en el estudio del número 30 de la calle Henri Barbusse alrededor de las ocho de la tarde y acto seguido se desplazaban a ver la actuación de Fripp y a conversar y tomar algo con él, estableciéndose entre ambos un estrecho vínculo y respeto mutuo que llevó a Pinhas a incluir la sincera dedicatoria que representa el título del tema: "Vi a Robert Fripp muchas veces en este periodo de 1980/81 en sus conciertos en solitario, él vino al mío en Londres, pero también a mi casa. Por tanto decidí esto en ese momento". De hecho en el pasado Pinhas ya le había dedicado al guitarrista británico los temas "In The Wake Of King Fripp" y "Omar Diop Blondin" (éste también a Brian Eno), contenidos en el álbum Heldon II - "Allez-Téia" (Discjunta, 1975), que ponían de relieve la fascinación por su música del artista parisino.
Richard Pinhas ante un Sequential Circuits Prophet 10 en el Studio Ramsès
durante la época de la grabación del álbum L'Éthique en el verano de 1981. Foto: Claviers. |
El verano de 1982, sería, en palabras de Richard Pinhas, "uno de los más importantes de mi carrera". Robert Fripp invitó a Pinhas y a su pareja, Agneta Nilsson, a seguir a King Crimson en la gira de presentación del álbum Beat (EG, 1982), en un programa doble junto a Roxy Music, que por entonces daban a conocer el exitoso LP Avalon (EG, 1982), en palacios de los deportes de Francia durante el mes de agosto de ese año. Todo un sueño hecho realidad.
En este contexto se sitúa "Dedicated to K.C.", un tema que alterna con inusitada solvencia agresividad y placidez a partes iguales con constantes cambios de tempo, muy en la onda progresiva crimsoniana, con la vista puesta en los instrumentales "Red" y "Larks' Tongues In Aspic (Part 2)", que son los puntos de referencia de ese sonido, potenciado por los sintetizadores y por una banda en pleno éxtasis interpretativo.
La pieza se inicia con unos punteos lentos de la guitarra principal, con otra más ruidista en segundo plano y el apoyo firme de la batería de Bailly. Un redoble marca un cambio de tempo con un riff de guitarra/bajo más anárquico, con otra guitarra superpuesta en una onda absolutamente 'crimsoniana'. Otro cambio de tempo marca la entrada de los sintetizadores afianzando el conjunto mediante un sonido afilado, similar al del riff de la agresiva guitarra y un ritmo muy marcado. En torno a los cuatro minutos se hace la calma con una nueva variación del tempo en el que el sonido se vuelve más panorámico gracias a un 'pad' de guitarra sintetizada sobre el que planea el bajo y la percusión. El enésimo cambio de tempo induce a una sensación de vértigo con la aceleración de todo el conjunto auspiciado por la percusión, el bajo y la guitarra, que pone fin al tema en un 'fade out'.
Tras la virulencia contenida de la pieza anterior, los poco más de cuatro minutos de "Melodic Simple Transition" suponen un bálsamo electrónico, un remanso de paz, un idílico paisaje sonoro elaborado en solitario por Richard Pinhas a los sintetizadores. La bella estructura arpegiada que preside todo el tema parece una versión alternativa de "Ruitor", composición incluida en el álbum East West, acentuándose en esta ocasión el ritmo "motorik" de ascendencia 'kraftwerkiana' que sugiere el ambiente de piezas del cuarteto de Düsseldorf como "Franz Schubert".
Con "Belfast", la cuarta pieza del álbum, Pinhas se detiene de nuevo en la idea de conjunto clásico (guitarra, bajo y batería), con la adición de sus sintetizadores, constituyendo también el tema más comprometido políticamente del elepé, donde el guitarrista pone de relieve su posicionamiento político respecto al conflicto del Ulster. Tanto es así que la referencia a la capital de Irlanda del Norte hace alusión a las sucesivas huelgas de hambre que protagonizaron presos del IRA en la Prisión de Maze, próxima a Belfast, entre marzo y agosto de 1981, y que se saldaron con la muerte de diez reclusos.
La atmósfera angustiosa, de tensión, de desconcierto que destila el tema está marcada por una secuencia de sonidos percusivos similares a campanillas del PPG Wave y que se desarrolla a lo largo de todo el tema en segundo plano, al que se van añadiendo capas de instrumentos, primero un punteo de guitarra sintetizada que se asemeja a una alarma que se repite sin descanso, después la batería policromática de Bailly y el bajo en un ritmo muy grueso y también un pad sintético y los consabidos solos anárquicos, crudos y sólo en apariencia desestructurados, típicos de Pinhas sobrevolando todo el conjunto. En su parte final, la estructura va desapareciendo, las capas de instrumentos se van deconstruyendo hasta sólo quedar las campanillas del comienzo que desaparecen en un 'fade out'.
Richard Pinhas en 1980 tocando una guitarra controladora Roland G-808, parte del sistema Roland GR-300 Polyphonic Guitar Synthesizer. Al fondo el E-Mu modular. |
Con "The Western Wall (Part 1)" se nos devuelve una vez más al concepto de grupo con Richard Pinhas a la guitarra y sintetizadores, Bernard Paganotti al bajo, Clément Bailly a la batería y el aporte puntual de Patrick Gauthier al Minimoog. El inicio del tema nos retrotrae a las secuencias desbocadas, al rock electrónico más cinemático y electrizante de los Heldon de Interface o Stand By, un duelo sin víctimas entre sintetizador/secuenciador y percusión, en el que las secuencias del E-mu forman el andamiaje sobre el que gravita el resto de los instrumentos, con especial mención para los diversos solos guitarrísticos de Pinhas y el desbocado bajo 'fretless' de Paganotti. En la parte intermedia Gauthier desarrolla una efectiva melodía de Minimoog que conduce a la parte final con otro solo de Pinhas y los redobles de Bailly que marcan la conclusión. No es casualidad que este tema -uno de los más destacables del álbum-, se convirtiera en uno de los baluartes en los directos que Pinhas y su banda llevaron a cabo en este período.
A modo de anécdota cabe comentar que este tema aparece citado como "The Western Wail" (El gemido occidental), en la mayor parte de las ediciones en vinilo y CD de L'Éthique, una errata que ha persistido a lo largo de los años y las sucesivas reediciones del álbum. No obstante, su título real, confirmado por el propio artista, es "The Western Wall" (El muro occidental), dedicado por Pinhas, como ya había sucedido con el álbum East West, a su abuela materna Rosa Frenkel.
Para "L'Éthique (Part 3)", Richard Pinhas recupera las voces procesadas de Gilles Deleuze, presidiendo el comienzo del tema, al que pronto se adhiere la guitarra sintetizada con una serie de lentos acordes 'in crescendo', a los que a su vez se suma el secuenciador, mientras el Minimoog y la percusión de Goude, pero sobre todo la policromática batería de Bailly, construyen una versión más parsimoniosa y desprovista de los artificios de producción de la primera parte de L'Éthique que le dotaban de un cierto tono pop. Con los arreglos de Jean-Philippe Goude, el tema logra adquirir personalidad propia, un carácter más recio, más sinfónico, dando lugar a una evolución ciertamente interesante del mismo. La pieza concluye con un bello arpegio sintético que se diluye en un lento 'fade out' sobre un tenue fondo pianístico.
El aire solemne de la pieza anterior se mantiene en "The Western Wall (Part 2)", realizada a dúo entre Richard Pinhas y Georges Grünblatt. De nuevo estamos ante otro tema completamente electrónico, cíclico, bien estructurado mediante capas de sintetizadores y la secuenciación y los sutiles golpes de la percusión programada. Durante sus más de cuatro minutos una melodía principal de Minimoog ejecutada por Grünblatt se erige en protagonista mediante una progresión armónica que puede recordar a la de algunos momentos de los Tangerine Dream contemporáneos de álbumes como Logos Live (Virgin, 1982), o Hyperborea (Virgin, 1983).
El elepé finaliza con "L'Éthique (Part 4)", tema de Pinhas en solitario con el E-mu modular, del que extrae, como si se hubieran eliminado el resto de pistas, el armazón secuencial de "L'Éthique (Part 1)", mediante una secuencia principal y otra que se engarza haciéndole el contrapunto, desarrollando un intrincado pero anodino bosquejo, una especie de coda de apenas dos minutos, sin mayor trascendencia, que marca el punto y final del álbum.
Para "L'Éthique (Part 3)", Richard Pinhas recupera las voces procesadas de Gilles Deleuze, presidiendo el comienzo del tema, al que pronto se adhiere la guitarra sintetizada con una serie de lentos acordes 'in crescendo', a los que a su vez se suma el secuenciador, mientras el Minimoog y la percusión de Goude, pero sobre todo la policromática batería de Bailly, construyen una versión más parsimoniosa y desprovista de los artificios de producción de la primera parte de L'Éthique que le dotaban de un cierto tono pop. Con los arreglos de Jean-Philippe Goude, el tema logra adquirir personalidad propia, un carácter más recio, más sinfónico, dando lugar a una evolución ciertamente interesante del mismo. La pieza concluye con un bello arpegio sintético que se diluye en un lento 'fade out' sobre un tenue fondo pianístico.
El aire solemne de la pieza anterior se mantiene en "The Western Wall (Part 2)", realizada a dúo entre Richard Pinhas y Georges Grünblatt. De nuevo estamos ante otro tema completamente electrónico, cíclico, bien estructurado mediante capas de sintetizadores y la secuenciación y los sutiles golpes de la percusión programada. Durante sus más de cuatro minutos una melodía principal de Minimoog ejecutada por Grünblatt se erige en protagonista mediante una progresión armónica que puede recordar a la de algunos momentos de los Tangerine Dream contemporáneos de álbumes como Logos Live (Virgin, 1982), o Hyperborea (Virgin, 1983).
El elepé finaliza con "L'Éthique (Part 4)", tema de Pinhas en solitario con el E-mu modular, del que extrae, como si se hubieran eliminado el resto de pistas, el armazón secuencial de "L'Éthique (Part 1)", mediante una secuencia principal y otra que se engarza haciéndole el contrapunto, desarrollando un intrincado pero anodino bosquejo, una especie de coda de apenas dos minutos, sin mayor trascendencia, que marca el punto y final del álbum.
Richard Pinhas en la portada del número de septiembre de 1982 de la revista británica Electronics & Music Maker con una fotografía de su concierto en The Venue (1982). |
En esta ocasión en Francia el álbum saldría publicado por la multinacional WEA que lanzaría sin mucha convicción un single promocional con los temas "L'Éthique" y "The Western Wall (1ére Partie)", como caras A y B respectivamente, en versiones convenientemente editadas y adaptadas al formato radiofónico.
La situación de la industria discográfica en el Reino Unido era diametralmente opuesta. En aquellos años Londres era la capital mundial de la música popular, punto de origen de diversas corrientes de vanguardia, y muchos músicos, en especial los de la Europa continental, acudían atraídos por un ambiente musical más aperturista, en el que tenían cabida propuestas musicales alejadas del 'mainstream'. Según afirmaba el propio Pinhas "en los 70 y 80, Londres era el centro del mundo de la música. Todos los músicos europeos tenían la vista puesta en el Reino Unido. Los Estados Unidos parecían muy lejanos, y las grandes bandas de esta época venían principalmente del Reino Unido, incluso Hendrix".
Richard Pinhas ya lo había dejado claro en una entrevista concedida a BEST Magazine en 1981: "La actitud de los sellos franceses es la misma y ha sido la misma durante los últimos diez años. Es por eso que prefiero Inglaterra". Por este motivo el guitarrista francés se hallaba artísticamente auto-exiliado en el pequeño sello británico Pulse Records, que era donde se publicaban primero sus álbumes. Confiaba en el trabajo realizado previamente por la discográfica de Dave Lawrence, que conocía y mimaba el producto, y que con Iceland y East West había superado con creces sus expectativas.
El 19 de mayo de 1982, apenas un mes antes de la publicación de L'Éthique, Pinhas ofrecería el renombrado concierto en la Salle Bobino, que supondría la presentación del álbum para el público parisino y que en 1994 vendría recogido parcialmente en CD por parte del sello Cuneiform en la reedición del álbum Rhizosphère.
Los cinco temas incluidos en el álbum, aunque suponen un mínima parte de la música ofrecida por Pinhas y su banda en directo durante aquel período, sí permite observar su muy distinta plasmación respecto al material definitivo que aparecería en el álbum de estudio y que ponen de relieve la evolución que habían experimentado unas piezas terminadas nueve meses antes. Esto es especialmente notorio en "Livre 5: L'Éthique", que supone una versión irreconocible de cualquiera de las cuatro partes de "L'Éthique" del LP, con una duración de más de ocho minutos, y "Last Coda From The Western Wail" que con sus quince minutos condensa las dos partes del tema que aparece en L'Éthique y al mismo tiempo lo expande con nuevos acentos, cosa que sucede también con "Towards Belfast", una versión algo más combativa y extensa del tema original.
Durante el verano de 1982, cuando le entrevistó la revista británica Electronics & Music Maker Richard Pinhas aparentaba mostrarse ilusionado con respecto a sus siguientes proyectos musicales con sintetizadores digitales y se deshacía en elogios hacia el sintetizador por 'wavetable' PPG Wave 2.2 que acababa de adquirir: "(...) Creo que voy a dejar pasar un año y medio hasta mi próximo álbum. No quiero lanzar un álbum hasta 1984 y tengo algunas sorpresas reservadas. No voy a decir más. Estoy grabando un cuarteto de cuerdas que he escrito y que podría incluir en el próximo álbum. Voy a analizar todos los sonidos de cuerdas con un dispositivo en tiempo real, codificarlas con el sintetizador digital PPG y corregir el timbre. (...)".
Portada del cassette Paris Tokyo (1983) publicado por el sello francés Tago Mago. |
Sin embargo más llamativa sería la presencia de Pinhas en el recopilatorio en cassette de edición limitada de dos mil copias titulado Paris Tokyo (Tago Mago, 1983), impulsado por el periodista musical Pascal Bussy, en un intento de hermanar ambas capitales mediante música de vanguardia. Mientras la cara A tenía a Masami Akita (Merzbow), como principal reclamo, el guitarrista francés abría la cara B dedicada a músicos electrónicos/experimentales parisinos entre los que se encontraban Vidéo-Aventures, Fondation, Satellite o DDAA. El tema cedido por Pinhas era el inédito "Joe Chip Meets K.B. (Part 2)", grabado en mayo de 1982 en el Studio Ramsès y que iba a formar parte de su nuevo proyecto discográfico previsto para 1984.
"Joe Chip Meets K.B. (Part 2)", que contó con la colaboración de Jean-Philippe Goude al piano, era una versión preliminar de "The Joe Chip Song (Quartet - Part 2)" tema que terminaría apareciendo publicado, en esta ocasión interpretado por un cuarteto de cuerdas, en el álbum DWW (Cuneiform, 1992).
En 1983 la multinacional WEA publicaría bajo la autoría de Richard Pinhas/Heldon el doble LP recopilatorio Perspective en el que sólo se incluían dos temas de Heldon ("Les Soucoupes Volantes" de Interface y "Marie Virginie C" de Un Rêve Sans Conséquence Spéciale), mientras el grueso del disco lo formaban cuatro temas de L'Éthique que sólo unos meses antes el mismo sello WEA había lanzado al mercado en Francia, además de piezas de Rhizosphère, Chronolyse y Iceland. Sin duda se trató de una pobre antología tanto de la obra de Pinhas en solitario hasta ese momento como muy especialmente de la de Heldon, de la que sólo era un pálido reflejo.
No obstante, la novedad más significativa de Perspective sería la inclusión de un fragmento de seis minutos y medio de la pieza inédita "South Bound", que era una grabación extraída de un concierto de Heldon que tuvo lugar en Le Palace Théâtre de París en junio de 1978 y que está parcialmente recogido en forma de temas adicionales en las reediciones en CD de los sellos Spalax y Cuneiform de los álbumes Un Rêve Sans Conséquence Spéciale (1976/1991/1995), e Interface (1977/1992). Remezclado en el Studio Ramsès en 1983, "South Bound" está constituido como una humeante e intensa 'jam session' de rock-fusión con virtuosos solos guitarrísticos de Pinhas, un polirrítmico François Auger a las baquetas y un Patrick Gauthier recreándose con el bajo sintetizado en un Minimoog. En las reediciones de L'Éthique en CD publicadas por los sellos Spalax y Cuneiform en 1991 y 1992 respectivamente se incluyó "South Bound" como tema extra.
Aunque algunos críticos se han referido a L'Éthique con cierta grandilocuencia como "la culminación de diez años en el negocio musical", ciertamente el tono crepuscular y desencantado del álbum define claramente el final de un ciclo en el que Pinhas había recorrido un sinfín de avenidas sonoras y donde este LP no supone más que una recapitulación de muchas de las ideas ya presentes en trabajos previos de su discografía tanto propia como la firmada bajo el nombre de Heldon. Por consiguiente aquellos que conozcan la discografía anterior de Heldon/Pinhas pocas sorpresas van a encontrar en este LP.
Tras dos álbumes como Iceland (Polydor, 1979) y East West (Pulse, 1980), en los que la electrónica se erigía como la protagonista absoluta, en L'Éthique Pinhas recuperará parcialmente el papel de las guitarras y el concepto de grupo en la mayor parte de los temas. Nos encontraríamos, por momentos, ante un álbum más en sintonía con el espíritu de rock electrónico de Heldon que con la vertiente más electrónica y autónoma de Pinhas, configurando su álbum más 'heldoniano' de los firmados en solitario.
Ya desde la misma portada de L'Éthique, diseñada, al igual que en otros trabajos anteriores, por Patrick Jelin, se deja entrever la idea de recapitulación a través de una serie de fotografías dispuestas a modo de 'collage' que nos remite a distintos momentos de la singladura musical de Pinhas durante toda la década de los 70, en uno de los trabajos menos inspirados del fotógrafo y diseñador francés. Esta impresión se acrecienta con la imagen de la contraportada del vinilo; una foto de archivo de un Richard Pinhas con su inseparable guitarra Travis Bean y un Moog modular al fondo que nos retrotraen al lustro previo a la publicación del disco.
Sin ser un mal álbum, L'Éthique da muestras de un patente agotamiento creativo y carece de la misma frescura y claridad de ideas de obras precedentes como Rhizosphère o Iceland, o incluso de los brillantes elepés de Heldon Interface (1978), y Standy By (1979). Es un trabajo más autoindulgente, por momentos errático y con notables altibajos en el que existe una constante sensación de 'déjà-vu', como si la música de Pinhas hubiera llegado a un callejón sin salida en el que sólo podía dar vueltas y más vueltas sobre las mismas ideas una y otra vez. Así lo explicaba el músico en 1992 en el fanzine británico Audion: "Estaba terminando un nuevo álbum cuando gradualmente comencé a hartarme de todo el 'show business' con el que estaba obligado a tratar. Quería escapar de ese pequeño mundo. Sin embargo, el principal motivo para mi abandono de la música fue que no tenía nada que decir musicalmente. Había alcanzado un punto en el que simplemente me estaría repitiendo a mi mismo y por consiguiente preferí retirarme. Fue una decisión deliberada".
El recopilatorio de Richard Pinhas/Heldon Perspective (WEA, 1983). |
Aunque algunos críticos se han referido a L'Éthique con cierta grandilocuencia como "la culminación de diez años en el negocio musical", ciertamente el tono crepuscular y desencantado del álbum define claramente el final de un ciclo en el que Pinhas había recorrido un sinfín de avenidas sonoras y donde este LP no supone más que una recapitulación de muchas de las ideas ya presentes en trabajos previos de su discografía tanto propia como la firmada bajo el nombre de Heldon. Por consiguiente aquellos que conozcan la discografía anterior de Heldon/Pinhas pocas sorpresas van a encontrar en este LP.
Tras dos álbumes como Iceland (Polydor, 1979) y East West (Pulse, 1980), en los que la electrónica se erigía como la protagonista absoluta, en L'Éthique Pinhas recuperará parcialmente el papel de las guitarras y el concepto de grupo en la mayor parte de los temas. Nos encontraríamos, por momentos, ante un álbum más en sintonía con el espíritu de rock electrónico de Heldon que con la vertiente más electrónica y autónoma de Pinhas, configurando su álbum más 'heldoniano' de los firmados en solitario.
Ya desde la misma portada de L'Éthique, diseñada, al igual que en otros trabajos anteriores, por Patrick Jelin, se deja entrever la idea de recapitulación a través de una serie de fotografías dispuestas a modo de 'collage' que nos remite a distintos momentos de la singladura musical de Pinhas durante toda la década de los 70, en uno de los trabajos menos inspirados del fotógrafo y diseñador francés. Esta impresión se acrecienta con la imagen de la contraportada del vinilo; una foto de archivo de un Richard Pinhas con su inseparable guitarra Travis Bean y un Moog modular al fondo que nos retrotraen al lustro previo a la publicación del disco.
Sin ser un mal álbum, L'Éthique da muestras de un patente agotamiento creativo y carece de la misma frescura y claridad de ideas de obras precedentes como Rhizosphère o Iceland, o incluso de los brillantes elepés de Heldon Interface (1978), y Standy By (1979). Es un trabajo más autoindulgente, por momentos errático y con notables altibajos en el que existe una constante sensación de 'déjà-vu', como si la música de Pinhas hubiera llegado a un callejón sin salida en el que sólo podía dar vueltas y más vueltas sobre las mismas ideas una y otra vez. Así lo explicaba el músico en 1992 en el fanzine británico Audion: "Estaba terminando un nuevo álbum cuando gradualmente comencé a hartarme de todo el 'show business' con el que estaba obligado a tratar. Quería escapar de ese pequeño mundo. Sin embargo, el principal motivo para mi abandono de la música fue que no tenía nada que decir musicalmente. Había alcanzado un punto en el que simplemente me estaría repitiendo a mi mismo y por consiguiente preferí retirarme. Fue una decisión deliberada".
Richard Pinhas en directo hacia 1980 con la guitarra Roland G-808 y el E-Mu Modular al fondo. |
Con L'Éthique Pinhas llegaría al final de la primera etapa de su carrera. Un lapso de tiempo que se prolongaría durante casi una década en el que abandonaría casi por completo la música, deshaciéndose incluso de todos sus sintetizadores a finales de los 80. Su desapego por la música sería tal que en su regreso a principios de los 90 el artista repetiría en diversas entrevistas: "¡no toqué mi guitarra durante seis años! la podía coger y tocar unos cuantos acordes pero no había afinidad, no existía ninguna necesidad de tocar".
La principal ocupación de Richard Pinhas durante los siete años siguientes sería, una vez más, la filosofía, su lectura, su estudio, mientras preparaba un libro sobre Nietzsche -en el que lleva trabajando de forma intermitente los últimos veinticinco años-, y otro por encargo, también sobre el filósofo alemán, que vería la luz bajo el título de Les larmes de Nietzsche: Deleuze et la musique (Flammarion, 2001). Entre sus otras ocupaciones durante este tiempo se encontrarían también sus prolongados períodos en la estación de Val-d'Isère, en los Alpes franceses, practicando deportes de aventura como el parapente o el paracaidismo.
Su regreso al mundo de la música no se produciría hasta 1992 con el álbum que había dejado inconcluso en 1983-84 y que llevaba el título provisional de Sein und Zeit: The Rise And Fall Of Joe Chip. Una vez más Pinhas regresaba a las dos referencias esenciales de su carrera, la filosofía y la ciencia ficción. "Sein und Zeit" (El ser y el tiempo), aludía a la obra más importante del filósofo alemán Martin Heidegger, mientras que "Joe Chip" era el nombre del personaje principal de la novela Ubik (1969), del célebre escritor estadounidense Philip K. Dick. La irregular obra resultante, que finalmente llevaría por título DWW (Cuneiform Records, 1992), no era sino el acrónimo de "Die Wüste Wächst" (el desierto crece), una metáfora de Nietzsche alusiva al nihilismo extraída de su obra Así habló Zaratustra (1883-1885): "El desierto crece, ¡ay de aquel que dentro de sí cobija desiertos!".
Sin abandonar la filosofía, ni la ciencia ficción, Richard Pinhas había vuelto a reencontrarse a sí mismo y su lugar en la música, volvió a colgarse la guitarra eléctrica y ya no la volvería a soltar desde entonces. Retomaría su carrera discográfica, tan experimental como lo fuera en los años 70/80 e incluso más prolífica, en la que abordaría, una vez más, nuevas avenidas de exploración musical. Algo consustancial a su carácter, a su compromiso como artista.
Su regreso al mundo de la música no se produciría hasta 1992 con el álbum que había dejado inconcluso en 1983-84 y que llevaba el título provisional de Sein und Zeit: The Rise And Fall Of Joe Chip. Una vez más Pinhas regresaba a las dos referencias esenciales de su carrera, la filosofía y la ciencia ficción. "Sein und Zeit" (El ser y el tiempo), aludía a la obra más importante del filósofo alemán Martin Heidegger, mientras que "Joe Chip" era el nombre del personaje principal de la novela Ubik (1969), del célebre escritor estadounidense Philip K. Dick. La irregular obra resultante, que finalmente llevaría por título DWW (Cuneiform Records, 1992), no era sino el acrónimo de "Die Wüste Wächst" (el desierto crece), una metáfora de Nietzsche alusiva al nihilismo extraída de su obra Así habló Zaratustra (1883-1885): "El desierto crece, ¡ay de aquel que dentro de sí cobija desiertos!".
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* Agradecimientos especiales a Ramiro Tunin por su inestimable colaboración surfeando entre sonidos sobre una tabla de ondas, y a Richard Pinhas por hacer el esfuerzo de intentar recordar hechos acaecidos hace más de treinta años.
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